Estos domingos hemos ido viendo
en la lectura del Evangelio al Señor Jesús y a los apóstoles predicando la
buena noticia del Reino de Dios. Hoy los vemos volver de su misión –si recordáis,
la semana pasada veíamos como Jesús los enviaba a predicar por Israel curando
enfermos, expulsando demonios, y predicando la conversión-, y se nos abre un
poco la intimidad de Jesús con sus elegidos, en un intento de retirarse a
descansar. Pero el corazón de Buen Pastor de Jesús no se desconecta, ya que el
Evangelio nos cuenta que vio una multitud y se compadeció de ella porque
andaban como ovejas que no tienen pastor.
Pues bien, esa imagen de
Jesucristo como pastor del pueblo de Dios es el centro de las lecturas de hoy.
En Él se cumple la profecía de Jeremías de que, frente a los dirigentes de
Israel que lo han pastoreado mal y lo han dispersado, Dios promete un pastor
bueno que reunirá a las ovejas. Y es que, como podemos apreciar, Cristo, en su
vida, ya fue un pastor siendo cercano a la gente. Y mediante la cruz, uniendo
en uno solo a los dos pueblos –judíos y gentiles- dio muerte al odio.
Es el Señor quien nos hace descansar en
verdes praderas, nos lleva a recostarnos cerca de fuentes tranquilas y nos guía
por senderos justos por el honor de su nombre.
Pidamos, pues, a la Virgen María, que sepamos acercarnos a descansar
con Jesús, que cada domingo nos invita a escuchar su Palabra de Vida, y a
disfrutar de su compañía, para que así, encendidos de fe, esperanza y caridad,
perseveremos siempre en sus enseñanzas cumpliendo sus mandamientos.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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