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viernes, 26 de julio de 2024

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DCLXXIX). Domingo XVII del Tiempo Ordinario


Durante los próximos domingos vamos a hacer una interrupción en la lectura del evangelio según san Marcos, que leemos este año, y vamos a leer en la celebración el capítulo 6 del evangelio según san Juan, el capítulo conocido como el discurso del Pan de Vida, un fragmento con un claro y profundo trasfondo eucarístico.
Y comenzamos la lectura del capítulo 6 de san Juan con el conocido pasaje del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Y si la primera lectura nos cuenta que el profeta Eliseo alimentó a toda la comunidad, que vendrían a ser un centenar de personas, con veinte panes de cebada y grano fresco en espiga; el evangelio va todavía más allá, y nos recuerda que Jesús, con cinco panes y dos peces, dio de comer a una montonada de gente enorme. Si sólo los hombres eran unos cinco mil, imaginaros cuantos habría contando a las mujeres y los niños. Y no solamente eso, sino que, además, sobraron 12 canastos después de haber comido todos y quedado satisfechos.
Este milagro es, pues, un signo que revela quien es Jesús. Y así lo entiende la multitud, que le reconoce como Mesías y profeta, y que quieren hacerle rey; lo que provoca que Jesús ponga tierra de por medio y se retire para estar a solas en la montaña, que teológicamente es un lugar de encuentro con Dios.
Por su parte, san Pablo, en la segunda lectura, nos llama a vivir nuestra fe en la unidad, cimentados en un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Esto tiene que movernos a cultivar aquellas virtudes que favorecen y fortalecen la unidad entre todos nosotros, y de un modo especial, entre los nos consideramos cristianos.
Y no querría terminar sin señalar una cosa, y es la generosidad del muchacho del evangelio que puso en manos de Jesús los cinco panes y los dos peces. Con aquello, con tan poco, Jesús hizo el milagro de dar de comer a aquella multitud. Pidámosle nosotros a la Virgen María que no desaprovechemos los pequeños gestos, las pequeñas ayudas que podamos hacer y que nos hagan: parecen nada, pero en las manos de Jesús serán mucho.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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