La palabra de Jesús, a diferencia de la de otros maestros, que solían basar su enseñanza en las de otros maestros famosos y en la tradición de los ancianos, es decir, en las interpretaciones de sus predecesores, tiene autoridad; se aleja de exponer doctrinas y leyes, y nos llama a la
obediencia a Dios mediante la fe, la práctica de la caridad y la disponibilidad
a la voz del Espíritu Santo.
Así pues, en la primera lectura, tomada del libro del
Deuteronomio, vemos como Moisés habla al pueblo diciendo que vendrá un profeta
que les hablará y será escuchado, porque hablará en nombre de Dios, y por
hacerlo, deberá incluso morir.
Pues bien, el Evangelio nos muestra como Jesús es ese
profeta, y más que profeta, el Mesías que anuncia con autoridad la palabra de
Dios y por medio del cual Dios evidencia su amor a la humanidad. Quienes lo
escuchan, reconocen que habla con autoridad, una autoridad que le viene de
Dios. Pero Jesús apoya sus palabras con acciones salvadoras a favor de los
hombres. Y un signo de esta autoridad, de esta potestad lo apreciamos en la
escena de la expulsión de un espíritu inmundo. El exorcismo que se da en la misma sinagoga aparece como una
demostración de esta autoridad de Jesús que nos libera de todo lo que destruye
o altera a la persona humana. Curiosamente, fijaos en el detalle, ese espíritu
inmundo proclama abiertamente que Jesucristo es el Santo de Dios.
Y me gustaría que tuvieseis
en cuenta otra cosa, y es que Jesús no se ha callado. Al contrario. Jesús nos sigue
hablando hoy en la Iglesia, de un modo especial en la celebración de la
Eucaristía. Y nuestra tarea como miembros de la Iglesia es acogerlo, para
anunciar también su Buena Noticia a los demás. Jesús convenció a muchos con sus
palabras, porque su ejemplo conducía a las personas por caminos de verdadera
liberación. Pidámosle nosotros a la Virgen dar también ejemplo con nuestra
conducta de que nos hemos encontrado con Cristo en nuestra vida, y de que lo
reconocemos como el Santo de Dios.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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