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viernes, 19 de mayo de 2023

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DCII). Solemnidad de la Ascensión del Señor.

 

La Palabra de Dios nos invita a elevar nuestra mirada a lo alto, a contemplar a Cristo glorioso y triunfante en todo su esplendor; pues en la Ascensión celebramos que Jesús, cumplido su plan de salvación, vuelve al cielo.
Pero hoy miramos hacia lo alto no sólo con los ojos del cuerpo, como lo vieron los apóstoles; sino que lo hacemos sobre todo con los ojos del alma. Para fijar con ellos nuestra mirada en la meta del cielo, por encima de este mundo en el que todos estamos de paso.
Y es que Jesús, al subir al cielo, nos recuerda cual es el auténtico sentido de nuestra vida: que es llegar un día al cielo.
Así pues, después de haberse encarnado en el seno de la Virgen María, de haber nacido en Belén, de haber anunciado el evangelio, de haber muerto en la cruz y de haber resucitado,  hoy Jesús vuelve al cielo, a sentarse a la derecha del Padre. Como verdadero Dios que es, Jesucristo está en el lugar que le corresponde, donde tiene que estar, a la derecha del Padre. Pero no olvidemos que Jesucristo, como verdadero hombre, al subir al cielo, sube llevando consigo su humanidad, esa humanidad que compartió con nosotros.
Y en cuanto Jesús sube al cielo, ya se anuncia, como vemos en la primera lectura, su retorno, su vuelta al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. Una vuelta que será en todo su esplendor. Y este esperar que Cristo volverá glorioso para juzgar a vivos y muertos nos debe llevar a un compromiso de vida. No podemos quedarnos plantados mirando al cielo; porque mirad, Jesús nos tiene preparado un lugar en el cielo, pero ese lugar en el cielo se consigue trabajando en la tierra. Por eso, tenemos que trabajar y esforzarnos por vivir todo lo que Jesús nos enseñó durante su vida en este mundo, y que ha quedado plasmado en los evangelios.
Pidámosle, pues, a la Virgen María, en este su mes de mayo, que sepamos vivir nuestra fe mirando al cielo, pero sin olvidarnos de mejorar nuestra vida en la tierra, anunciando, de palabra y de obra que Jesucristo es Señor de cielos y tierra.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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