De las muchas cosas
que se pueden decir de las lecturas y textos litúrgicos de hoy, que no son
pocas, me gustaría quedarme con una idea que considero que es importante que
retengamos en la cabeza y, sobre todo, en el corazón, y es la de la importancia
de vivir la fe en una comunidad que no solo nos la transmita, sino que también
nos ayude a mantenerla y a sostenerla
Mirad, el evangelio
nos muestra como los apóstoles estaban reunidos las veces que Jesús se les
apareció. No se les apareció en solitario, sino estando reunidos. Y además,
ambas veces se les apareció en el primer día de la semana, que, a causa de este
hecho, se dirá domingo, es decir, Día del Señor. Por eso el domingo es el día
en que los cristianos nos encontramos con el Señor resucitado a quien no vemos,
pero en quien creemos por la fe, como aquellos primeros cristianos que creyeron
por el testimonio de los apóstoles
Bueno, a lo que voy. En la vida de fe, no podemos ir por
libre. No. Por libre, nada se consigue. Por eso la fe tenemos que vivirla en
una comunidad. Y la comunidad en la que lo hacemos es la Iglesia. Esa Iglesia
santa formada por pecadores. Pero al fin y al cabo, la comunidad de los
creyentes que creemos en Jesucristo como nuestro Dios y Señor.
Si os fijáis, el evangelio nos muestra como Tomás no estaba
con los demás apóstoles cuando la primera aparición. Y no cree en lo que le
dicen. Exige pruebas. Y las tiene... vaya si las tiene.... De hecho, se debió
llevar una impresión de cuidado al ver a Jesús resucitado como le tendía las
manos. Pero Jesús no se le manifestó a solas, sino que se le apareció cuando
estaba reunido con los demás; cuando estaba reunido en comunidad.
Pues bien... eso nos muestra la importancia de la comunidad
para creer en Jesús resucitado. Y es que pretender vivir la fe en soledad puede
ser causa de una fe tan personalista que haga un Jesús a su medida y se aleje
del resucitado. Y tener un Jesús a la medida de la propia vida de uno, impide
que Cristo resucitado habite en nosotros....
Y encontrarse con el resucitado es fundamental. No reconocer
la resurrección equivale a no ser cristiano. No reconocer la resurrección lleva
consigo a convertir a Cristo en un filósofo de la vida y no en el Salvador que
nos llena de vida.
Vamos a pedirle a la Virgen María que nos ayude a sentirnos
comunidad; a sentirnos Iglesia. Con nuestros defectos, si, pero comunidad de
creyentes en Cristo, que se reúne para celebrar la fe. Hoy Jesús de nuevo se
hace presente en medio de nosotros, porque estamos reunidos dos o más en su
nombre, se hace presente en su Palabra y, sobre todo, se va a hacer presente en
el Sacramento de la Eucaristía, convirtiendo el pan y el vino en su Cuerpo y su
Sangre, alimento para nuestra vida de fe. Que sepamos decirle, como santo
Tomás, ¡Señor mío y Dios mío!, con el gozo de sentirnos dichosos por creer sin
haber visto.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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