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viernes, 10 de marzo de 2023

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXCVI). Domingo III de Cuaresma





Cada año, los tres domingos de Cuaresma anteriores al Domingo de Ramos, nos proponen un tema para profundizar, un itinerario a recorrer. Este año los textos corresponden al itinerario bautismal, y nos evocan tres realidades que tienen que ver con los ritos de iniciación cristiana: el agua de la samaritana, que hemos escuchado hoy, la luz para el ciego, que veremos el próximo domingo, y finalmente la resurrección de Lázaro.
Y es que la Cuaresma es un camino para la iniciación cristiana. Es el camino que nos lleva a la fuente bautismal en la noche de Pascua, a unos para recibir el bautismo, y a otros para renovarlo.
Mirad, el agua es signo de la salvación en las lecturas de hoy. El agua que brota en el desierto para aliviar la sed del pueblo israelita, sirve como anuncio de un agua mejor y definitiva, que es el agua de vida que da Jesucristo y que se convierte en un surtidor inagotable para cuantos creen en Él. Las lecturas de este domingo nos obligan a cuestionarnos y a tomar conciencia. A cuestionarnos si de verdad conocemos el don de Dios y quién es el que nos ha hablado y si reconocemos la necesidad, propia y ajena, del agua viva que sólo Jesús nos alcanza; y a tomar conciencia de que Dios nos regaló el Espíritu Santo en el Bautismo y en la Confirmación, de que nos dio la fuente con la que saciar la sed espiritual, la propia y la ajena. Por eso las lecturas de hoy nos ponen en camino a renovar nuestro bautismo en la Pascua.
Que Santa María interceda por nosotros para que Dios, que calmó la sed de su pueblo haciendo brotar agua de la roca, y por medio de tu Hijo dio a la samaritana el agua de la vida, nos dé de beber el agua viva, y derrame sobre nosotros el don del Espíritu Santo. 

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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