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viernes, 24 de febrero de 2023

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXCV). Domingo I de Cuaresma

Para vivir con intensidad la Cuaresma, para vivirla en serio, debemos abrir los ojos y mirar nuestra realidad de pecadores; sin barnices ni máscaras de frente. Porque así como Adán y Eva experimentaron la tentación del mal, también nosotros cada día somos tentados.

Mirad, Adán y Eva vivían rodeados de belleza, de armonía, de abundancia, en una creación perfecta en la que el pecado aún no había hecho mella... 

Pero  prestaron oído a la serpiente, a la astuta y mentirosa serpiente, y se dejaron seducir por ella... ¡Dios os quiere sometidos...!¡ Quiere que no abráis los ojos para que así no le podáis hacer sombra...! En cambio... si le desobedecéis.. ¡Podréis decidir por vosotros mismos en qué consiste el bien y el mal!¡Si dejáis a Dios de lado seréis plenamente libres!

¡Y ahí la tenemos y la seguimos teniendo! Esta es la tentación y la mentira original que están en el fondo de todas las tentaciones y mentira posteriores: la embustera voz del diablo que nos dice que no nos sometamos a Dios, que no existe el pecado, que seamos libres, que decidamos por nosotros mismos lo que es bueno...

Pero desde esa desobediencia... todo cambia. Todo se viene abajo. Adán se dejó engañar por la tentación de querer ser igual a su Creador y, así, como dice san Pablo, por el pecado de uno entraron el pecado y la muerte en nuestro mundo. Pero también, por la obediencia de Jesucristo llega la justificación y la vida para todos, Porque Jesús también experimentó la tentación, así que no nos asustemos si somos tentados; porque el ser humano implica también experimentar la tentación. Y el diablo, la serpiente que atacó al primer Adán, ataca también al segundo Adán.

Y es que las tentaciones de Jesús son también las nuestras; son las tentaciones de un materialismo fácil, del pan conseguido sin esfuerzo, la tentación de manipular a Dios en nuestro provecho propio, la tentación del poder sobre los demás....  Tentaciones que se resumen todas en una, que es la de desobedecer a Dios y buscar un camino alternativo a Él. Pero Jesucristo vence las tentaciones con la fuerza de la Palabra de Dios, y nos muestra cómo librar el combate de cada día contra el mal que nos tienta confiando en Dios y en la fuerza de su Palabra viva.

¡Qué importante será que en este tiempo de desierto personal y comunitario, que es la Cuaresma, nos alimentemos más y mejor de la Palabra de Dios, leyéndola, meditándola, llevándola en la mente y en el corazón.... 

Cojámonos de la mano de María para recorrer este itinerario y avanzar caminando en este desierto cuaresmal que nos lleva hasta la Pascua.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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