Para vivir con intensidad la Cuaresma, para vivirla en
serio, debemos abrir los ojos y mirar nuestra realidad de pecadores; sin
barnices ni máscaras de frente. Porque así como Adán y Eva experimentaron la
tentación del mal, también nosotros cada día somos tentados.
Mirad, Adán y Eva vivían rodeados de belleza, de armonía, de
abundancia, en una creación perfecta en la que el pecado aún no había hecho
mella...
Pero prestaron oído a la
serpiente, a la astuta y mentirosa serpiente, y se dejaron seducir por ella...
¡Dios os quiere sometidos...!¡ Quiere que no abráis los ojos para que así no le
podáis hacer sombra...! En cambio... si le desobedecéis.. ¡Podréis decidir por
vosotros mismos en qué consiste el bien y el mal!¡Si dejáis a Dios de lado
seréis plenamente libres!
¡Y ahí la tenemos y la seguimos teniendo! Esta es la
tentación y la mentira original que están en el fondo de todas las tentaciones
y mentira posteriores: la embustera voz del diablo que nos dice que no nos
sometamos a Dios, que no existe el pecado, que seamos libres, que decidamos por
nosotros mismos lo que es bueno...
Pero desde esa desobediencia... todo cambia. Todo se viene
abajo. Adán se dejó engañar por la tentación de querer ser igual a su Creador
y, así, como dice san Pablo, por el pecado de uno entraron el pecado y la
muerte en nuestro mundo. Pero también, por la obediencia de Jesucristo llega la
justificación y la vida para todos, Porque Jesús también experimentó la
tentación, así que no nos asustemos si somos tentados; porque el ser humano
implica también experimentar la tentación. Y el diablo, la serpiente que atacó
al primer Adán, ataca también al segundo Adán.
Y es que las tentaciones de Jesús son también las nuestras;
son las tentaciones de un materialismo fácil, del pan conseguido sin esfuerzo,
la tentación de manipular a Dios en nuestro provecho propio, la tentación del
poder sobre los demás.... Tentaciones
que se resumen todas en una, que es la de desobedecer a Dios y buscar un camino
alternativo a Él. Pero Jesucristo vence las tentaciones con la fuerza de la
Palabra de Dios, y nos muestra cómo librar el combate de cada día contra el mal
que nos tienta confiando en Dios y en la fuerza de su Palabra viva.
¡Qué importante será que en este tiempo de desierto personal
y comunitario, que es la Cuaresma, nos alimentemos más y mejor de la Palabra de
Dios, leyéndola, meditándola, llevándola en la mente y en el corazón....
Cojámonos de la mano de María para recorrer este itinerario y avanzar caminando
en este desierto cuaresmal que nos lleva hasta la Pascua.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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