Hoy, en la visita de los tres
magos de Oriente al niño Jesús, se manifiesta cómo ha venido él para todo el mundo,
para todas las naciones, representadas en aquellos sabios. Hoy, mirando el pequeño
rincón de Belén, estamos invitados a no cerrarnos en nuestra parroquia, en
nuestra comunidad, sino a abrir ampliamente nuestra mirada hasta los confines de
la tierra, pues Jesús ha venido a salvar a toda la humanidad. Este es el mensaje de la Epifanía, de Reyes.
Jesús no es solo para los de aquí, sino para todos. Para los que son de África,
de la Amazonia, de Alaska, de Bangladés ... Los de lejos y los de más lejos
todavía.
Así pues, celebramos hoy la manifestación
a todo el mundo de quién es Jesús. Y quiénes lo manifiestan claramente son los
regalos que le traen los tres magos de Oriente: oro, como signo de que este niño
es el rey de todo el mundo, incienso, como signo de que él es Dios verdadero, ya
que en ese momento solo se le ofrecía incienso a Dios, en el santuario de Jerusalén;
y mirra, que se usaba para embalsamar a los difuntos, indicando, ya al nacer,
su muerte, que había de llevar la vida de Dios a toda la humanidad.
Contrariamente a la actitud de
los sabios de Oriente, Herodes, los sacerdotes y los escribas se inquietan al saber
que un niño que ha de nacer será el Mesías de Israel. Representan el rechazo del
pueblo judío ante el mesianismo de Jesús; y aunque conocen bien las Escrituras,
no saben reconocer en la pequeñez y debilidad de ese niño, al Mesías.
No seamos como ellos. Seamos
como los pastores, quienes, por cierto, también eran judíos, miembros del pueblo de Israel, que esperaban
el cumplimiento de las promesas, la llegada del Mesías. En cambio, los magos eran
paganos que no conocían las Escrituras. Ellos saben de estrellas. Y, en medio
de tantas estrellas, detectan algo grande, nueva ... observan y se ponen en
camino con audacia.
Vayamos
a adorarlo. Redescubramos hoy el afán por buscar a Jesús, por salir a su
encuentro, y pongamos nuestro tiempo y energías en hallar al Hijo de Dios que
se manifiesta a todos los pueblos del mundo.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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