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viernes, 6 de enero de 2023

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXXXIX). Bautismo del Señor.

 

Hoy, con esta fiesta del Bautismo de Jesús, cerramos el ciclo de la Navidad, tiempo litúrgico en el que hemos celebrado los misterios del Nacimiento de nuestro Salvador. Y ponemos el broche final a estos días escuchando la voz del Padre desde el cielo que nos dice que el Niño que hemos acogido como Salvador, y al que hoy contemplamos ya crecidito, es su «Hijo amado».

Pero no solo cerramos el ciclo de Navidad, sino que comenzamos también el tiempo ordinario, uniendo en la celebración de hoy dos tiempos litúrgicos, el nacimiento del Salvador y el inicio de su vida pública, que empieza con su bautismo.

Porque fijaos, Jesús, a quien durante estos días hemos contemplado recién nacido, ha crecido. Quitando el episodio de cuando se escapa de la compañía de sus padres en Jerusalén y se queda en el Templo, los evangelios no nos cuentan absolutamente nada de Él durante estos aproximadamente treinta años. Treinta años durante los cuales ha estado viviendo en Nazaret, silenciosamente, como uno más, aprendiendo lo que es la vida, viviendo de su trabajo, y bien seguro que preparándose para la misión que tenía que llevar a cabo.

¿Y cuál es esa misión? Pues la de salvar al mundo. La misión de Jesús será cumplir la misión del siervo de promover el derecho y la justicia descrita por el profeta Isaías en la primera lectura desde la mansedumbre y la fortaleza.

Y esa misión Jesús la empieza a desarrollar junto al Jordán. Porque mirad, Jesús no va al Jordán para pedir perdón de los pecados, como hacían los demás; entre otras cosas, porque Jesús no tiene ni puede tener pecados; sino que lo hace para hacernos comprender lo cerca que está Dios de los pecadores.

Y es que Dios, su Padre, quiere que Jesús se moje, que se identifique con el hombre, con su condición vulnerable. Quiere que su Hijo recorra el camino del dolor y de la humillación para abrir un camino hacia el cielo para aquellos que se arrepienten de sus pecados.
Y no olvidemos una cosa: Jesús, recibiendo el Bautismo de Juan, y siendo proclamado por Dios como su Hijo amado, comienza su misión de Mesías. Nosotros, al recibir el Bautismo de Jesús, hemos sido hechos hijos de Dios, y estamos llamados a llevar a cabo la misma misión de Jesús, como discípulos suyos. Hagámoslo. Y a ejemplo de nuestro Señor y nuestro Maestro, pasemos por el mundo haciendo el bien.
 
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
 
 
 
 

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