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domingo, 24 de enero de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (CDXCIV). Domingo III del Tiempo Ordinario


Hoy, en este Domingo de la Palabra de Dios, comenzamos la lectura continua del Evangelio de san Marcos, que proclamaremos en la mayor parte de los domingos de este año litúrgico. Hoy en concreto escuchamos el inicio de la predicación de Jesús en Galilea; la cual, el evangelista Marcos resume con estas palabras de Jesús: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed». Una frase que no es una simple frase como las demás; pues resume el mensaje de Jesús, y formula la experiencia cristiana más profunda.

Y es que, como dice san Pablo en la carta a los Corintios, «el momento es apremiante». El tiempo nos urge. No podemos dejar nada para mañana. Por eso que es hoy cuando debemos convertirnos, es hoy cuando tenemos que volver nuestra vida hacia Dios, y creer en el Señor.

No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy, no seamos perezosos como Jonás, que se resistía al Señor, mejor seamos como los ninivitas que aceptaron la llamada de Dios y se convirtieron. Seamos como Pedro y Andrés, y Santiago y Juan que una vez que escucharon a Jesús, el Señor, que les decía: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres», lo dejaron todo para seguirle, haciendo del proyecto de vida de Dios su propio proyecto. Seguro que les costaría separarse de su familia y dejar el oficio de su vida, y que se preguntarían que a qué fin Jesús les metía en ese lío... Pero se sintieron fascinados por Jesús e intuyeron que merecía la pena cambiar este mundo por un camino sorprendente y novedoso, que era el que había dispuesto Dios.

Y ya que este domingo en el que subrayamos la centralidad de la Palabra de Dios coincide con el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, tenemos que sentirnos fascinados por esa llamada de Jesús a ser pescadores de hombres, de forma que todos los creyentes en Cristo, nos reunamos en una única Iglesia, la única Iglesia querida por Dios. Y para eso, la escucha de la misma y única Palabra de Dios puede ayudarnos a encontrar caminos que nos acerquen cada día más a la unidad añorada y deseada, y haga que todos compartamos la misma Eucaristía.

Pues que la intercesión de Santa María, y de san José, patrono y protector de la Iglesia, nos ayude a todos para escuchar la Palabra de Dios como lo hicieron los ninivitas y los apóstoles, y nos mueva a la conversión y a la comunión con los cristianos del mundo entero, haciéndonos a todos auténticos discípulos del Resucitado que nos da la verdadera alegría y la vida eterna.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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