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domingo, 4 de diciembre de 2022

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXXXV). Domingo II de Adviento

 

 
En este segundo domingo de Adviento se nos invita a preparar el camino al Señor y allanar los senderos; y para ello las lecturas de hoy nos ofrecen unas líneas básicas para crear una sociedad fundamentada en la justicia, la paz y la unidad. Son una invitación a la paz y a la reconciliación.

En la primera lectura, el profeta Isaías anuncia que el descendiente de David creará una situación de paz y armonía. Esa situación el profeta la describe de una forma poética presentando la paz con la imagen simbólica de la convivencia de los animales, enemigos por naturaleza, que luchan por la supervivencia.
Pero mirad, esa paz y esa reconciliación solo serán posibles desde la perspectiva de la comunión y de la acogida. «Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios» nos decía san Pablo en la segunda lectura.

Pero tengamos en cuenta una cosa, y es que la comunión no consiste en un pacto de no hacerse la guerra entre personas, ni en las seguridades adquiridas, sino en la conversión, en el perdón y en el compromiso cotidiano. Por eso haremos bien en repasar las enseñanzas de Juan el Bautista; enseñanzas que nos llaman a no asentarnos ni confiarnos en ninguna seguridad, sino a convertirnos día tras día para recibir a Cristo, el Señor, que viene a salvarnos.

Evidentemente, todo el programa que hoy nos presentan las Escrituras es imposible de lograr por nosotros mismos. Imposible. Y si no, mirad como la pandemia del COVID-19, o la guerra de Ucrania y sus consecuencias económicas nos han sacado de nuestras seguridades y comodidades. Por eso que una y otra vez hemos de poner nuestra esperanza solo en Dios. Solo en Dios, porque Él es el único que puede salvarnos realmente.

Cada uno verá que tiene que hacer personalmente para preparar el camino del Señor. Que es lo que tiene que allanar en su vida, que trabas hay que le obstaculizan el acoger a Dios...Pidamos para ello la ayuda de la Virgen María, mujer de paz, señora de la verdadera paz, la Reina de la paz.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
 

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