Dice un refrán
popular que «diciendo verdades se pierden amistades». Entonces, lo más fácil
-pensamos- es no decir nada, callar y no quedar mal y no ser así cuestionados.
De esta manera, la vida -que ya es bastante complicada- puede resultar más
plácida. Pero hoy las lecturas de la Palabra de Dios que acabamos de escuchar y
de proclamar nos dicen más bien lo contrario: que hace falta ser auténtico y
decir sí cuando es sí y no cuando es no. Es cierto que eso nos puede traer
complicaciones, como vemos en la primera lectura que le trajo al profeta
Jeremías, que fue perseguido, calumniado, y hasta exiliado por proclamar la
palabra de Dios. Y bueno... no digamos como le fue a Jesús por decir la verdad...
Él mismo en el evangelio ya avisa que la que le espera por decir la verdad es
gorda y, como, el decir la verdad e ir de cara en la vida nos puede gastar
alguna que otra mala pasada.
Pero si decimos que
somos cristianos, tenemos que ser así. Ya es triste que en el mundo se vaya con
muchas mentiras por delante y que, lamentablemente, muchos que se dicen
cristianos, a todos los niveles, sean más embusteros e hipócritas que Judas
Iscariote - y no me refiero precisamente a mentirijillas sin importancia-. Y es
que Jesucristo quiere que seamos cristianos auténticos, valientes y sinceros
aunque esto lleve problemas a simple vista, pues la fe no es un adorno, sino
que ha de ser algo que mueva nuestra vida. Mirad: la fe y la religión no se
pueden quedar en la esfera de lo privado, como se nos quiere vender e imponer a
nivel político muchas veces. No. La fe y la religión son algo que empapan a
toda la persona. Y quien de verdad es creyente y dice que tiene fe, no puede ir
en contra de ella. Claro, que a la hora de poner las cosas en práctica, si se
trata en asuntos de religión... pues la cosa cambia ¿verdad?, y no hay que ser
tan radicales... hay que separar y no pensar siempre religiosamente... ¡Pues no!
No se puede separar fe y vida. Y el que diga lo contrario, es que no se ha
enterado de lo que es ser cristiano y verdadero discípulo de Jesucristo.
Vamos a pedirle,
pues, a la Virgen María, que nos ayude para ser verdaderos discípulos de
Jesucristo que caminan al encuentro con su Señor, aunque sea entre oposición y
renuncias; pero con la seguridad de que con nosotros va el Señor, que nos
prometió su presencia hasta el final de los tiempos.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero.
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