El siglo XVIII fue una centuria convulsa para la devoción a la Virgen de la Cabeza y en especial para su cofradía matriz; aunque el resto de las filiales sufrieron parecidas consecuencias derivadas de la influencia ilustrada del reinado de Carlos III. Para la cofradía de Andújar fue sin lugar a dudas un tiempo de cambios;
de enfrentamientos con otras, con la autoridad eclesiástica diocesana y
con la civil.
Será casi en el último cuarto del siglo, 1773, cuando la cofradía matriz y sus filiales sufran la retirada de los estatutos u ordenanzas por el rey Carlos III, a causa de las ofensas que se hacían a Dios, la Virgen y los Santos en la romería, a lo que se sumaba la venta de mulas gallegas fiadas, con lo cual no se pagaba impuestos a la Hacienda Real.
Tras unos diez años de suspensión de las cofradías, la romería por su carácter popular se siguió celebrando, en 1782 el rey les dio nuevos estatutos, lo que supuso pasar a titularse muchas de ellas «Reales»; de ahí que la matriz se nombre Real, Antigua y Venerable.
A continuación, estudiamos los nuevos estatutos del siglo XVIII y analizamos las vicisitudes de su contenido, que supondrá un cambio significativo en la vida diaria de la cofradía matriz y de la organización y desarrollo de la romería de la Virgen de la Cabeza.
Veremos como las cofradías de Arjona y Andújar pleitearon, como el obispado pasa a controlar todo lo relativo al santuario y como el rey recoge las constituciones o estatutos de todas las cofradías y las suspende, durante casi diez años, prohibiéndole asistir a la romería como lo venían haciendo desde hacía varios siglos. Todo ello debido a la denuncia de un sacerdote de Montoro (Córdoba); aunque la fiesta romera abrileña se siguió celebrando gracias a su carácter popular, pero la devoción sufrió algo de deterioro al desaparecer algunas cofradías de las que asistían a la romería anualmente.
Lo positivo que pudo tener dichas circunstancias, fue que la cofradía local como las demás recibió un estatuto del rey y pasaron a denominarse Reales y a modificar parte de las costumbres habituales. En definitiva podemos hablar, a partir de 1782, de un antes y un después en la organización interna de las cofradías, en concreto de la andujareña, querepercutirá directamente en las antiguas costumbres romeras.
Enrique Gómez
CANAL ROMERO
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