El Domingo de Ramos lo celebramos como un día de triunfo.
Con las palmas y los ramos expresamos la alegría de caminar junto a Jesús en su
entrada en la ciudad santa de Jerusalén para celebrar la Pascua, pues el
Maestro quiere invitarnos en esta Semana Santa a estar a su lado y llevarnos a
buscar, junto a Él, la Gloria y la Resurrección.
Y es que nos disponemos a celebrar el acontecimiento más
grande la historia: que Dios, que pasa a nuestro lado, camina junto a nosotros
y se hace presente en la historia como nuestro Salvador. Él quiere pasar de
nuevo a nuestro lado para que lo sintamos en nuestro corazón, para que
transformemos nuestras vidas y aprendamos su forma de amarnos.
Y tras el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén, la
liturgia de este Domingo se centra en la pasión del Señor. La Iglesia quiere
acompañar a su Señor, que en obediencia a la voluntad del Padre se dispone a
entregar su vida por toda la humanidad. Mirad, san Marcos, en su relato de la
Pasión, nos invita a que nos veamos reflejados en los personajes que describe,
y veamos si estamos entre los que le aman, le traicionan, le olvidan, le
niegan, se lavan las manos, se alejan y abandonan... o si estamos en los que
descubren su divinidad y le reconocen como Hijo de Dios.
Celebremos, pues, con intensidad y con entusiasmo, en estos
días santos, los grandes acontecimientos de nuestra Salvación. Aprendamos,
junto al Señor a vivir los misterios que nos ganaron la Vida. Para ello,
acudamos a la cita con Jesús, que nos convoca en Getsemaní, para después
llevarnos al Cenáculo..., y no nos avergoncemos de acompañarle al Calvario. De
este modo, descubriremos el triunfo del amor sobre el odio, la victoria de Dios
frente al mal, el triunfo de la vida sobre la muerte.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, bienvenid@ a Abril Romero. Deje su mensaje o saludo.