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viernes, 16 de febrero de 2024

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DCXLIII). Domingo I de Cuaresma


Hoy la Palabra de Dios nos propone acercarnos a dos de los grandes temas cuaresmales, que son la alianza y la lucha penitencial contra el mal. La alianza que vemos en la primera lectura que Dios hizo con Noé es signo del pacto de amor que el Señor tiene con cada uno de nosotros en virtud del Bautismo que hemos recibido. Mirad, el relato del Génesis nos refiere que el diluvio no es un castigo más, sino una gran oportunidad de comenzar de nuevo, pues es el motivo de una alianza inquebrantable entre Dios y los hombres; del pacto amoroso de Dios con la humanidad redimida, que tiene su origen en la inmersión renovadora en las aguas del Bautismo, donde cada creyente inicia su camino hacia la gloria en virtud de la fuerza salvadora de la muerte y resurrección de Cristo.
Pero el camino hacia la gloria está también lleno de trampas, de tentaciones, para apartarnos de la senda de la salvación. De hecho, en el evangelio vemos como Jesús es empujado por el Espíritu Santo al desierto para vivir un tiempo de prueba como preparación para su misión mesiánica. Nosotros somos tentados, si, es cierto . Pero Jesús también fue tentado; y sufriendo y venciendo las tentaciones nos demuestra que el mal siempre puede ser vencido desde la conversión y la fe. Cierto que en la vida cristiana nunca falta la lucha contra todo aquello que nos aparta de Dios; lo sabemos bien; y a veces tendremos la sensación de que somos demasiado pequeños y débiles ante la tentación. Pero el Señor siempre viene a nuestro lado para defendernos y ayudarnos.
Vamos a pedirle, pues, a la Virgen María, que en este tiempo de Cuaresma, todos los cristianos, iluminados por la Palabra de Dios y fortalecidos con el Pan de la Eucaristía, recibamos del Señor la fuerza necesaria para vencer las tentaciones que pretenden apartarnos de su lado, y así vivamos una auténtica experiencia de encuentro con Jesucristo y, con espíritu de verdadera conversión, seamos capaces de vivir sinceramente el Evangelio, danto testimonio de vida cristiana ante todos.
Recorramos, pues, con espíritu de conversión sincera este tiempo de Cuaresma que Dios nos regala con la mirada puesta en la Pascua, donde Cristo triunfará sobre el mal y la muerte para darnos vida.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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