Ya estamos a punto de culminar el año litúrgico y este
domingo insiste en la necesidad de prepararnos bien para la llegada del Señor.
Hoy en concreto, se nos invita a la responsabilidad y a la fidelidad.
Mirad, cada persona hemos recibido unas cualidades, unos
dones para servir a Dios y al prójimo. Y del uso que hagamos de ello nos pedirá
cuentas el señor cuando vuelva, como ladrón en la noche, por lo que debemos
estar vigilantes.
Por tanto, cada uno debemos poner en juego lo que somos y lo
que tenemos, aunque nos parezca que es poco y no veamos resultados. No podemos
enterrar el talento bajo tierra, dejándonos llevar por la holgazanería, el
miedo o la comodidad, no, sino que debemos sacar el mejor provecho de nuestros
talentos y ponerlos al servicio de los demás; y cada día es una oportunidad
maravillosa para poner todo el empeño en buscar la salvación que proviene de
Dios, para hacer fructificar nuestros talentos, sabiendo que quien es fiel en
lo poco pasará al banquete de su Señor; y esta fidelidad diaria supone saber
aprovechar el tiempo que se nos ha regalado para hacer fructificar nuestros
dones a favor de los demás y particularmente de los más necesitados. La mujer
hacendosa de la que nos habla la primera lectura, del libro de los Proverbios,
es un ejemplo, pues vemos que pone su esfuerzo y trabajo al servicio de su
familia y de los necesitados. Y esa actitud le hace merecer todo tipo de
alabanzas. Del mismo modo, nosotros debemos poner nuestro esfuerzo al servicio
de la causa del Evangelio, cada uno en nuestro lugar, en nuestra vida de cada
día, porque cada uno hemos recibido unos talentos diferentes que los demás,
unas cualidades distintas que el resto, una misión única e irrepetible en el
mundo, en la historia de la salvación, buscando no la alabanza de los hombres,
sino el Reino de Dios.
Vamos a pedirle, pues, a la Virgen María, que no nos conformemos
con una vida a medias, sino que pongamos en juego lo que Dios ha sembrado en
nosotros, que arriesguemos confiando en Dios. Y Él ya nos irá haciendo
descubrir, a su marcha, los talentos que ha sembrado en nosotros para llevar a
cabo su plan.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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