El misterio de la Inmaculada Concepción forma parte de la
preparación del mundo a la llegada del Mesías, pues dentro del tiempo de
Adviento, María ocupa el lugar más importante en la espera del Señor. Por eso
la fiesta de la Inmaculada es la gran fiesta mariana del Adviento, en la que
celebramos a la Virgen María como la primera redimida, la primera salvada, y
como el modelo de la humanidad redimida por Dios.
Así pues, celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción, en
medio del tiempo de este tiempo de preparación para la Navidad, es celebrar
que, como dice san Pablo en la segunda lectura, Dios nos eligió en la persona
de Cristo, antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e
intachables ante Él.
Sin embargo, no somos santos e intachables. Somos pecadores.
Ya la primera lectura nos muestra como desde el principio, la humanidad, más
que cumplir la voluntad de Dios, se ha dejado llevar por voces seductoras que
la han engañado y la siguen engañando con mil y una mentiras. Y así le ha
ido... Y así le va.
Pero si el ser humano ha dejado de lado a Dios, Dios no ha
dejado nunca de lado a la humanidad. Y ya en el mismo relato del Génesis se
afirma que la cabeza de la serpiente, es decir, del demonio, será aplastada.
Y así, una mujer,
de la cual los libros de historia no dan noticia, tiene una intervención
decisiva en la historia de la humanidad. Diciendo «sí» a lo que Dios le pedía
por medio del Ángel, tomó una decisión que afectaría a toda la humanidad, y
aplastó la cabeza de la serpiente. Una mujer, que nació y vivió en un
pueblo perdido de una provincia marginal del imperio romano, Reconozcámoslo...
Los grandes protagonistas de la historia de la humanidad, han sido personas que
han nacido en pueblos pequeños y perdidos de la geografía...
Aprendamos, pues,
de la Virgen María a aceptar la voluntad de Dios, a seguir sus planes y acoger
su salvación. Esforcémonos por imitar a María en este tiempo de Adviento, ya
que, imitando sus virtudes, nos prepararemos de verdad para acoger en nosotros la
presencia de Dios y para vivir el misterio del Hijo de Dios hecho hombre.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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