Páginas

domingo, 26 de junio de 2022

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXVII). Domingo XIII del Tiempo Ordinario

 

 
Ser cristiano, es decir, ser discípulo de Cristo, seguidor de Cristo, es algo que no solo implica algunos momentos o franjas de nuestra existencia, sino que implica la vida entera. Es decir, o se es cristiano, o no se es. No valen las medias tintas. Y mucho más en los tiempos que corren.

Y es que el seguir a Cristo no es una cuestión a negociar. No podemos poner condiciones, ni caben rebajas ni descuentos. Uno, que ya tiene algún que otro año, ya está acostumbrado, por no decir hasta la coronilla, de que le venga la gente diciendo que si la Iglesia no quiere quedarse sin gente tiene que cambiar la doctrina y lo que enseña. Pues mira. De eso nada. Es verdad que en el contexto tan espinoso en el que nos ha tocado vivir pues es fácil tener la tentación de rebajar la calidad del mensaje evangélico y negar, ocultar, o suavizar las exigencias de seguir a Jesús. ¿Y qué pasa entonces? Pues que muchos se han hecho y se hacen una religión a su medida; lo cual siempre es sinónimo de mediocridad. Y hoy, como siempre, por cierto, hoy el mundo rechaza a los mediocres, a los tibios, a los que traicionan sus creencias y sucumben a los criterios y valores que están de moda. Mirad, hoy, más que nunca, en medio de este mundo tan secularizado y tan pagano en el que vivimos, se exige que seamos verdaderos cristianos, verdaderos testigos, verdaderos discípulos de Cristo, y no creyentes ocasionales que vivan la fe de modo desapercibido.

No vamos a negar que tampoco es una tarea fácil. Pues ser discípulo de Jesús conlleva el aceptar la pobreza de nuestros defectos y la realidad de nuestros pecados, como pueden ser la falta de fe, la superficialidad, el escaso compromiso en la vida cristiana, la indiferencia, el egoísmo y los intereses propios.... Pero todo esto son también retos a superar, y pedirle al Señor valentía y fortaleza para decidirnos a seguirle.

¿Será un camino difícil el de seguir a Jesús? Mirad, Cristo no nos engaña: seguir a Jesús es seguir el camino de la cruz. Pero no es únicamente un camino de cruz, sino que se trata de un camino glorioso, en el cual cruz y gloria se entrelazan de una manera admirable. El camino de Jesús es el camino que lleva a la Jerusalén celestial, ¡ es el camino que lleva al cielo!
 

Mns. D. Ramón Clavería
Director espiritual de Abril Romero

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, bienvenid@ a Abril Romero. Deje su mensaje o saludo.