Este día del Corpus es un día lleno de tradiciones;
tradiciones que hablan de la fe que el pueblo de Dios ha manifestado hacia el
misterio de la presencia real, pero es ante todo un día en el que se celebra la
gran Tradición, con mayúsculas, la Tradición que fraguó en la noche de la
última cena, la que Pablo recibió y transmitió con toda seriedad a los suyos.
Tradición que ha llegado hasta nosotros y que debemos custodiar y transmitir
con la misma fidelidad.
Hoy es, pues, un día para hacer lo que nos ha recordado san
Pablo, de hacer lo que el Señor Jesús ha mandado. Hoy es día para sentarse a la
mesa, dar gracias, tomar el pan y el cáliz... Jesús mandó repetir ese gesto por
medio del cual nos dio su Cuerpo y su Sangre,
y que ha llegado hasta nosotros como un Sacramento. Por medio de ese
hacer, hoy el Señor sigue dando de comer a su pueblo, sigue alimentándolo con
flor de harina y saciándolo con miel silvestre.
Este día del Corpus, en el que contemplamos como el Señor se
esconde en el Pan y en el Vino para alimentar a su pueblo mientras dura el
camino de esta vida, es también un día para ofrecer el pan y el vino como hizo
Melquisedec, figura del sacerdocio de Cristo; ofrecer los frutos de la tierra y
del trabajo recibidos de la generosidad de Dios; y ofrecer con ese pan y ese
vino para el sacrificio de la Eucaristía nuestro propio sacrificio, nuestra
existencia, nuestra vida con sus gozos y dolores, con sus esperanzas y
sufrimientos, con sus fracasos y anhelos.
Y también hoy es un día para compartir. Hoy es el día de la
caridad. El pan que se parte, ha de ser también repartido y compartido. El que
ha sido alimentado por Cristo no puede menos que dar y darse a los demás.
Mirad, el que los pobres tengan qué comer también brota de la Eucaristía. por
eso, si el que comulga con frecuencia no crece en la caridad, en el amor a Dios
y a los hermanos, es que algo está fallando en su vida...
Pues que la Virgen María interceda para que en toda la
Iglesia aumente la fe en el Misterio eucarístico, la alegría de participar en
la Eucaristía, y el deseo de testimoniar la inmensa caridad de Cristo.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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