Este
domingo, Domingo de Ramos, último de Cuaresma, es un domingo especial, porque
conmemoramos en él la entrada del Señor en Jerusalén, comenzando así la
celebración de la Semana Santa, en la que rememoramos y actualizamos el misterio
de la redención: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Hoy, al llevar en nuestras manos ramos y
palmas, y colgarlos después en nuestros balcones y ventanas, queremos expresar
nuestra admiración y cariño hacia el Mesías.
Aquel
día fue un domingo especial para Jesús. Fue la decisión firme de entrar
públicamente en Jerusalén, sabiendo lo que se le venía encima y consciente de
los riesgos y peligros que ello conllevaba. Jerusalén
tiene un significado especial para Jesús, es donde Él va a consumar su Amor a
la humanidad de todos los tiempos. Pero tenía que ser allí, en la ciudad santa, donde llevase a cabo su
misión de dar la vida, de morir en la cruz por nuestra salvación, y de
resucitar glorioso de entre los muertos.
Nosotros hoy sólo podemos contemplar y
agradecer este tributo de amor, clave para entender los hechos que vamos a
celebrar en esta semana. Por eso hoy recordamos el modelo de humildad que el Señor Jesús nos ha
dado en su vida, pues nuestro Salvador ha querido encarnarse, se ha rebajado y
se ha hecho un siervo sufriente, obediente hasta someterse con paciencia y
mansedumbre a la muerte en cruz. Desde esta lección, aprendemos el camino para comprender
su pasión, y participar en su resurrección.
Y es
que Jesús, que ha vivido consciente de estar siempre en manos de Dios, sabe que
tan solo Dios puede resucitarle y puede hacer que su vida no se pierda en el
abismo de la muerte, sepultado en el corazón de la tierra. Su confianza es
plena, absoluta. Es la última lección de humildad. Es lo que da sentido a la
semana que empezamos.
Vivamos,
pues, con intensidad espiritual estos días, acompañando a Cristo en su Pasión,
Muerte y Resurrección, y que la celebración de estos misterios avive en
nosotros el deseo de ser dóciles a la voluntad de Dios, así como afianzar
nuestra fe y esperanza en el designio salvador de Dios.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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