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sábado, 26 de marzo de 2022

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLX). Domingo IV de Cuaresma

 

En la segunda lectura encontramos unas palabras de san Pablo que resumen la idea fundamental de este domingo, de la cuaresma y, por qué no, un ideal de vida: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios».
Y es que en las lecturas de hoy encontramos la posibilidad de una reconciliación en la que Dios mismo toma la iniciativa, porque Dios quiere la reconciliación. Quiere el reencuentro con los que, por el motivo que sea, por la razón que sea, por el malentendido que sea, se han alejado de Él.
Y ese afán reconciliador de Dios lo vemos magistralmente reflejado en la parábola del hijo prodigo que escuchamos hoy en el evangelio. En este relato, Jesús nos enseña quién es y cómo es el Padre celestial, el Dios compasivo y misericordioso, representado en el  padre, que ama y perdona al hijo pequeño, que le ha abandonado, deseándole indirectamente la muerte pidiendo su herencia, que luego malgasta; y que, viéndole de lejos cuando vuelve hecho un guiñapo, se conmovió y salió corriendo abrazando y besando a su hijo, haciendo fiesta porque aquel hijo desagradecido había vuelto a casa. Pero no contento con eso, todavía va a más, y como tiene paciencia, ama y perdona al hijo mayor, que vive con egoísmo y celos su vida, y que se niega a perdonar, a acoger a su hermano pequeño.
Mirad... todos podemos vernos reflejados en cualquiera de los dos hijos... O en los dos a la vez..., porque podemos dejar a Dios de lado en nuestra vida, abandonarlo, pasar de Él..., pero también corremos el riesgo de mirar por encima del hombro a los demás, creyéndonos mejores que ellos, y pensar que tenemos derecho a tasar la bondad de Dios en beneficio nuestro.
Pues bien, seamos el hijo menor o el mayor, o ambos a la vez, el Padre nos espera, nos ama y quiere que sintamos su amor. Nos invita a todos a sentarnos a su mesa. Nos hayamos alejados alguna vez en nuestra vida del amor de Dios por habernos ido de su casa, o porque, resentidos, nos creamos mejores porque permanecemos en ella, Dios, como Padre, nos quiere abrazar para mostrarnos su amor.
Por eso hoy, Jesús, vuelve a repetirnos: reconciliaros con Dios. Dejaos reconciliar por Dios.
 
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de abril Romero.
 
 
 
 
 
 

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