Este domingo en el
que no celebramos ninguna fiesta particular dentro del ciclo de Navidad, se nos
propone reflexionar con un poco más de profundidad y de calma sobre el misterio
que estamos celebrando, meditando el prólogo del evangelio de san Juan que es,
quizá, uno de los textos de la Biblia con mayor contenido teológico de la
Biblia.
Y es que celebrar
Navidad es mucho más que armar un bello pesebre, es mucho más que unos lindos
cantos tradicionales, es mucho más que un hermoso árbol delicadamente
ornamentado...; todo esto bueno y bello encierra un misterio. Misterio que la
liturgia sabe y quiere develar. Navidad es contemplar la Palabra eterna de
Dios, aquella que existe desde el principio y por quien todo fue hecho, que
asume la fragilidad humana para revelarnos la vocación divina de ser hijos e
hijas de Dios.
Mirad, el prólogo
de san Juan, y todo su evangelio, nos muestran que Dios se ha hecho hombre, que
se ha hecho solidario con la humanidad haciéndose uno de tantos, compartiendo
nuestra historia, nuestros caminos, nuestros anhelos y nuestras luchas. El
Verbo se hace carne para revelarnos al Padre, para mostrarnos el rostro de
Dios. Y eso es lo que celebramos en Navidad, que Dios ha venido al mundo
encarnándose en Jesús.
Pero..., el Verbo
vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Y hoy, como ayer, muchos
rechazan la idea de que Jesús de Nazaret pueda ser el Hijo de Dios, un Dios
encarnado, un Dios que aceptó nuestra carne, nuestras alegrías, nuestros
sufrimientos nuestra muerte, en definitiva, un Dios que apostó por hacerse
presente en la fragilidad para enriquecernos con su pobreza, como dice san
Pablo. Y hoy, como ayer, muchos se empeñan en vivir en la triste y peligrosa
ceguera del que no quiere ver, con unas cataratas espirituales tan gordas, que
impiden que la luz verdadera penetre en sus almas y sane sus corazones. No
cerremos nuestros ojos. No dejemos que las tinieblas del mal y de este mundo
nos impidan ver la luz que ha brillado y brilla en nuestra historia. Acojamos
al Verbo, y conozcamos su gracia y su verdad; pues Dios se ha hecho hombre,
Enmanuel, Dios-con-nosotros. Esto es Navidad.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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