El tiempo del Adviento es un tiempo excepcionalmente
mariano; pues por un lado la Virgen representa las esperanzas que tenía el
pueblo de Israel en la llegada del Mesías , y por otro, porque María es también
para la Iglesia, el nuevo Israel, representante de sus esperanzas, pues la
Concepción Inmaculada de la Virgen María es el anticipo de la obra de la
redención.
Por eso que esta fiesta de la Inmaculada Concepción,
celebrada en pleno Adviento, nos invita a mirar a la Virgen María, la llena de
gracia y limpia de pecado desde su concepción, y a encontrar en Ella un modelo
de creyente que opta decididamente por Dios. Mirar a la Virgen en Adviento nos
ayuda a prepararnos para recibir la salvación que Jesús nos trae con su
nacimiento.
Y es que la fiesta de hoy es un anticipo gozoso de la
Navidad, donde encontraremos al Niño Dios recién nacido junto a su Madre
Inmaculada. Mirad: la limpieza de María significa que Dios la preparó antes de
su nacimiento para ser la Madre del Salvador, llenándola de su gracia desde su
concepción, es decir, desde el primer instante de su existencia y durante toda
su vida. Esa plenitud de gracia divina, ese don de Dios, la preservó del pecado
y la capacitó para cumplir la misión de su maternidad divina.
Y porque María es llena de gracia y el Señor está con Ella,
es bendita entre todas las mujeres. Por
eso, su lugar en la historia de la salvación no es cualquiera, sino el primero
después de Dios.
A Ella, a María
Inmaculada, que es la patrona de esta vieja piel de toro llamada España, le
pedimos que interceda por este pueblo peregrino. Que nos ayude a comprender que
nuestro norte es Jesucristo y vivir haciendo lo que Él nos diga. Que nos dé la
fuerza para comprender que en Cristo hemos sido elegidos y bendecidos para ser
santos e intachables. Que nos ayude a dejar atrás nuestro pecado, las
ambiciones, las rencillas y las divisiones entre personas, pueblos y regiones,
y a hacer de España una verdadera familia en la que reine la unidad dentro de la diversidad y el
espíritu de fraternidad entre todos sus miembros.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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