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sábado, 31 de julio de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DXXII). Domingo XVIII del Tiempo Ordinario

 

 
Durante unos cuantos domingos vamos a interrumpir la lectura del evangelio de Marcos para proclamar el discurso del Pan de Vida, del capítulo 6 de san Juan. De hecho, deberíamos haber comenzado el domingo pasado, pero al celebrar la fiesta del Apóstol Santiago, lo hacemos hoy. De hecho, hemos escuchado tanto el pasaje evangélico que correspondía al domingo pasado como el de hoy, por eso que el evangelio ha sido tan largo.
Vemos, en primer lugar, que Jesús realiza ese milagro de multiplicar los panes y los peces, con el que sacia el hambre de la multitud. Y como ve que le quieren proclamar Rey, se escapa, y se a otro lugar.
Después de buscarle, le encuentran en la sinagoga de Cafarnaún. Habían quedado saciados gracias al alimento material que habían recibido y, por este motivo, no querían dejarle marchar. Pero Jesús se encara a la multitud que le sale al encuentro y les reprocha que solo lo busquen porque han comido tanto pan como han querido, haciéndoles hace notar que su interés recae más en el poder que sale de Él que en la comida que Él les ofrece, una comida que se conserva siempre y da la vida eterna. Esa comida es Él mismo, el Pan que da la vida.
La pregunta que me hago yo no si es ya el por qué buscamos a Jesús, sino, en primer lugar, si realmente buscamos a Jesús, porque a veces estamos tan saciados de mil cosas, tan llenos de nosotros mismos, tan hartos, como decimos los aragoneses, que en nuestra vida no queda sitio para Dios. Es triste decirlo, pero el mundo de hoy no es consciente de que necesita a Cristo, y muchos, se acercan a la Iglesia no ya para escuchar la palabra de Dios, sino para obtener beneficios y si lo obtienen... si te he visto, no me acuerdo. Por ejemplo: Cuántos te vienen a pedir que reces para que llueva, y luego ni vienen a las rogativas ni a dar gracias por la lluvia, eso si no se burlan de ti por hacerlas. O más grave todavía, personas a las que la Iglesia, o sea TODOS LOS CRISTIANOS, ayudamos dándoles alimento, y solo se acercan para que les demos comida, porque, es cierto, no tienen para comer, o les paguemos las necesidades básicas, porque ellos no se las pueden costear... pero luego, nada, hasta la próxima entrega... Es duro esto, eh. Pero os lo afirmo, porque, tristemente, me ha tocado vivirlo, es real.
Y nosotros..., los que venimos a Misa... ¿Por qué buscamos a Jesús? Planteémonoslo muy seriamente, y a lo largo de estos domingos, escuchando el evangelio de San Juan, intentemos dar una respuesta sincera.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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