Durante unos cuantos domingos
vamos a interrumpir la lectura del evangelio de Marcos para proclamar el
discurso del Pan de Vida, del capítulo 6 de san Juan. De hecho, deberíamos
haber comenzado el domingo pasado, pero al celebrar la fiesta del Apóstol
Santiago, lo hacemos hoy. De hecho, hemos escuchado tanto el pasaje evangélico
que correspondía al domingo pasado como el de hoy, por eso que el evangelio ha
sido tan largo.
Vemos, en primer lugar, que
Jesús realiza ese milagro de multiplicar los panes y los peces, con el que
sacia el hambre de la multitud. Y como ve que le quieren proclamar Rey, se
escapa, y se a otro lugar.
Después de buscarle, le
encuentran en la sinagoga de Cafarnaún. Habían quedado saciados gracias al
alimento material que habían recibido y, por este motivo, no querían dejarle
marchar. Pero Jesús se encara a la
multitud que le sale al encuentro y les reprocha que solo lo busquen porque han
comido tanto pan como han querido, haciéndoles hace notar que su interés
recae más en el poder que sale de Él
que en la comida que Él les ofrece, una comida que se conserva siempre y da la vida
eterna. Esa comida es Él mismo, el Pan que da la vida.
La
pregunta que me hago yo no si es ya el por qué buscamos a Jesús, sino, en
primer lugar, si realmente buscamos a Jesús, porque a veces estamos tan
saciados de mil cosas, tan llenos de nosotros mismos, tan hartos, como decimos
los aragoneses, que en nuestra vida no queda sitio para Dios. Es triste
decirlo, pero el mundo de hoy no es consciente de que necesita a Cristo, y
muchos, se acercan a la Iglesia no ya para escuchar la palabra de Dios, sino
para obtener beneficios y si lo obtienen... si te he visto, no me acuerdo. Por
ejemplo: Cuántos te vienen a pedir que reces para que llueva, y luego ni vienen
a las rogativas ni a dar gracias por la lluvia, eso si no se burlan de ti por
hacerlas. O más grave todavía, personas a las que la Iglesia, o sea TODOS LOS
CRISTIANOS, ayudamos dándoles alimento, y solo se acercan para que les demos
comida, porque, es cierto, no tienen para comer, o les paguemos las necesidades
básicas, porque ellos no se las pueden costear... pero luego, nada, hasta la
próxima entrega... Es duro esto, eh. Pero os lo afirmo, porque, tristemente, me
ha tocado vivirlo, es real.
Y
nosotros..., los que venimos a Misa... ¿Por qué buscamos a Jesús?
Planteémonoslo muy seriamente, y a lo largo de estos domingos, escuchando el
evangelio de San Juan, intentemos dar una respuesta sincera.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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