Hoy recordamos en nuestras oraciones a todos aquellos y aquellas
que nos han precedido con la señal de la fe, pero con la diferencia respecto a
ayer de que, en lugar de pedir su intercesión es por ellos que intercedemos, que
rezamos para que estén ya en el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. Por eso que es natural que hoy nos invadan
sentimientos de nostalgia al recordar a tanta gente querida que, al morir, nos
han dejado un hueco que no somos capaces de llenar. ¡¿Cuántas caras y recuerdos
podemos poner a los nombres que hay escritos en una lápida en el cementerio?!
Por eso que hoy la Palabra de Dios debe ser un mensaje de fe
y esperanza para nosotros, pues Cristo nos asegura que la voluntad del Padre es
la salvación de todos y que nos ha precedido para prepararnos un lugar junto a
Él. Pero hasta que llegue ese día, que sólo Dios sabe cuándo nos ha de llegar,
estamos llamados a caminar en una vida nueva dando muerte en nosotros al
pecado.
Así pues, hoy pedimos a Dios que conceda a todos los que han
muerto en su gracia el perdón y la plenitud de la vida; y a nosotros vivir en
la fe y en la esperanza de nuestra resurrección en Cristo, ya que Él es la
salvación del mundo, la vida de los hombres y la resurrección de los muertos,
que aceptó la muerte, uno por todos, para librarnos del morir eterno;
entregando su vida para que todos tuviéramos vida eterna.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero
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