Con la celebración de la solemnidad de la Epifanía se nos pone especialmente hoy de relieve que Jesús, desde el momento de su entrada en el mundo, ha venido a salvar a toda la humanidad. Esta salvación que se desvela al mundo en la manifestación de Cristo a los pueblos gentiles, viene significada en la figura de los Magos a los que la tradición cristiana nos presenta como tres Reyes que vienen de Oriente.
Mirad, la historia de los Reyes Magos es la historia de un
camino, de un largo viaje en busca de alguien desconocido pero que intuían
grande. Es la cita con un gran Rey al que buscaban de forma incesante guiados
por el maravilloso signo de una estrella en el cielo.
Su itinerario no fue fácil. Al ver la estrella se pusieron en camino: eran hombres inquietos y de
esperanza. Salieron de sus casas, de sus seguridades, dejaron sus
convicciones y creencias personales y, a pesar de las dificultades de la
travesía, emprendieron un viaje geográfico y espiritual en busca del Dios
verdadero, para ellos todavía desconocido. Iban a caer de rodillas para adorar
con palabras al que era la Palabra hecha carne. Fue un viaje a corazón abierto
para adorar a Dios y dejarse llenar por su salvación. La historia de estos tres
hombres es, en definitiva, la historia de la fe, la de la humanidad que se encuentra
perdida y se deja guiar por la luz de Dios para encontrarse a sí misma.
Y es que el ejemplo de los Magos nos muestra que todos los
hombres somos destinatarios de la salvación de Jesús. Nadie puede atribuirse
que Cristo venga sólo para él; no; porque la salvación de Dios no sabe ni de
lenguas, ni de fronteras, ni de distinciones humanas convencionales. En el
nuevo Pueblo de Dios, que comienza a construir el Niño de Belén, cabemos todos.
Qué importante sería que el compromiso de este día de Reyes
fuera seguir el mismo itinerario de los Magos, el de buscar siempre a Cristo,
descubrirle como el Salvador, ofrecerle el regalo de nuestra vida y volver a
ella renovados, siendo estrellas para los demás.
Sintetizado por Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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