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viernes, 8 de enero de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (CDLXCII). Fiesta del Bautismo del Señor.

 

Los textos litúrgicos de hoy resaltan insistentemente el hecho de que el Padre ha hablado. Y Dios Padre habla para manifestar que Jesucristo es su Hijo muy amado. De ahí se deriva necesariamente la consecuencia lógica por parte del hombre, que es la de escuchar su palabra. Y es que en Cristo, y sólo en Él, es donde podemos escuchar la voz potente, magnífica, atronadora y a la vez arrulladora de Dios.
Además, tal y como aparece en el Evangelio, el Espíritu en forma de paloma desciende sobre Jesús. De este modo, su bautismo significó la inauguración y aceptación de la misión y la aceptación plena de la voluntad del Padre.
Ahora bien, siempre conviene recordar que el bautismo de Juan no es el sacramento del Bautismo cristiano. Juan predicaba un bautismo de conversión por los pecados ante el juicio inminente y exigente de Dios. De este modo, el perdón divino no era concedido, por tanto, en el momento del bautismo, sino que tenía que llegar tan solo el último día. En una palabra, el bautismo de Juan era sello del arrepentimiento presente y prenda del perdón de los pecados que Dios otorgaría en un futuro próximo. Así pues, Juan Bautista llamaba a la gente a situarse simbólicamente de nuevo en el punto de partida, que estaba antes de cruzar el río. Lo mismo que hizo la primera generación en el desierto, también ahora el pueblo debe escuchar a Dios, purificarse en las aguas del Jordán y entrar con un compromiso de una conversión radical, puesto que el final de la historia será dominado por la justicia inexorable de Dios, salvadora para unos y castigadora para otros.
Por tanto, el bautismo de Jesús en el río Jordán se convierte en el comienzo solemne de su vida pública mostrando quien es;  y al igual que para el pueblo de Israel el río Jordán fue la puerta de entrada en la tierra prometida, ahora es Jesús con el sacramento del Bautismo la puerta a la vida eterna prometida. Y si Juan Bautista hablaba del perdón inminente de Dios, Jesús proclama que este perdón es felizmente presente; pues el mensaje de Jesús es un mensaje de misericordia.
Y permitidme terminar recordado que esta fiesta del Bautismo del Señor nos invita a mirar nuestro Bautismo, pues el Bautismo es un segundo nacimiento para la persona, en el que nacemos a la vida de la Gracia. Además, con el Bautismo, comienza también nuestra vida pública como cristianos, en la que tenemos que manifestar, externamente, de palabra y de obra, que creemos en Jesucristo y, que al igual que Él, somos hijos amados de Dios.
Pues que Santa María y San José nos ayuden a pedirle con sinceridad al Señor que nos dé la fuerza necesaria para ser sus testigos fieles en este nuestro mundo, y nos haga valorar el sacramento del Bautismo que hemos recibido como una oportunidad diaria de gracia y de salvación.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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