En el texto evangélico de este domingo vemos que, además de
los Doce apóstoles, Cristo llama a otros setenta y dos, y les manda a las
aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está cerca. Y a estos
setenta y dos mensajeros que mandó llevar la salvación de Dios a todos los
pueblos por donde Él iba a pasar, les dice que la mies es abundante y los obreros
pocos.
Pues bien. Hoy es toda la Iglesia la que anuncia el Reino de
Dios, que se ha inaugurado con la encarnación del Hijo de Dios; y la mies es
todavía más abundante que en los tiempos de Jesús, porque el mundo está más
poblado. Y los obreros también hoy son pocos. No sólo porque hay pocas
vocaciones sacerdotales, sino también porque cada vez hay menos cristianos
convencidos entre nosotros. Y tanto sacerdotes, como religiosos y laicos, todos
estamos llamados a anunciar el Reino de Dios, aunque cada uno lo hagamos de
manera distinta.
Y atentos. Atentos
porque Jesús nos urge y nos avisa de las
dificultades que encontraremos.
Hoy, los cristianos también estamos como corderos en medio de lobos. Y es que
la misión de ser anunciadores del evangelio en nuestro mundo de hoy no es una
tarea fácil de llevar a cabo. Y no es fácil porque la buena noticia de
Jesucristo no es aceptable sin más ni más; al revés; vemos como el mundo se
opone al evangelio porque hay que renunciar a muchas cosas en la vida y
se nos recuerda que dependemos de Dios y que no somos dueños y señores
absolutos de nuestra vida y del mundo, haciendo lo que nos venga en gana, como
se nos quiere hacer pensar en la sociedad en la que nos toca vivir.
Pero no nos debemos acobardar. No debemos de acobardarnos
porque, al fin y al cabo el verdadero protagonista de la evangelización es el
Señor. Nosotros lo que tenemos que hacer es rezar para que Dios envíe obreros a
su mies; para que cada día nos convenzamos más de nuestra misión de ser
testigos de Cristo en medio del mundo; que no vamos en nombre propio, sino en
nombre de Dios.
Que la Virgen María nos ayude para que Cristo, el Señor, que
nos envía a los caminos de la vida a anunciar el evangelio, nos llene de la luz
del Espíritu Santo y nos revista con su fuerza para poder proclamar la paz, la
alegría y la misericordia que viene del Señor.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero.
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