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sábado, 13 de abril de 2019

REFLEXIONES DE LA PALABRA (CCCXC). Viernes Santo



Hoy es Viernes Santo y la Iglesia conmemora la pasión y muerte de Jesús. Toda la celebración de hoy es de silencio y oración, acompañando al Maestro, llenos de fe y de esperanza, porque de su cruz brotan la salvación y la vida.
Hoy la Palabra de Dios orienta nuestra mirada a la Cruz de Cristo. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos y, sobre todo, la Pasión según San Juan, nos tienen que ayudar a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Jesús es el Siervo que carga sobre sus hombros el mal de toda la humanidad. Por eso Él «no incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado». Y es que Jesucristo, colgado en la cruz, vence a la muerte, al pecado, al odio... y por esa victoria de la cruz el mundo se llena de vida, de bien y de amor.
Por eso, hoy tendríamos que leer el texto de la Pasión con el corazón estremecido; ya que contemplamos como toda la vida de Jesús, hasta su último aliento, hasta la última gota de su sangre, fue un sacrificio total.
Y es que ver a Jesús clavado y muriendo en la cruz, sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, nos tendría que estremecer y sobrecoger; pues su entrega es total, hasta el final... No se ahorra nada por nosotros, sus amigos. No se ahorra ni la vida...
Pero ese crucificado destrozado, humillado, no ha llegado al final. Todavía tendremos que esperar un largo y oscuro sábado de desconcierto, de desafío a la esperanza... Pero llegará el momento silencioso del triunfo, en el que se mostrará el poder de Dios y el triunfo de la resurrección.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero.

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