Estamos ya a la puerta de la Navidad. Como dice el
Villancico popular: «esta noche es Nochebuena y mañana, Navidad». Y en este
cuarto domingo y último día del Adviento, se nos revela un misterio. Un
misterio que ha estado en el silencio del corazón de Dios mantenido en secreto
durante siglos eternos y manifestado ahora. El misterio de la Encarnación del
Hijo de Dios por obra y gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen
María.
Y es que las promesas que vemos en la primera lectura que
hace Dios a David, por medio del profeta Natán, de que un descendiente suyo
reinará para siempre se cumple en Jesús, descendiente de David, cuando el
arcángel Gabriel anuncia a María que el tiempo se ha cumplido y que Ella es la
mujer elegida para ser la Madre del Salvador.
Por eso hoy ponemos nuestros ojos en la Virgen María.
Miramos a la Virgen, que aceptó el plan de Dios en su vida y que esperó con
amor de Madre el nacimiento de su Hijo. Ella puede ayudarnos a vivir la Navidad
con mayor profundidad desde nuestra fe, y acoger con su mismo amor a quien ha
querido hacerse Dios con nosotros. Ella ha hecho posible el encuentro más
íntimo entre Dios y la humanidad con su sí incondicional a los planes de Dios.
Vivid, pues, la cena de esta noche como un momento de
encuentro. Vuestro testimonio en la mesa familiar ha de ser como el de quienes
esperaban con sencillez que el Mesías llegara. Ah, y no habléis de política.
Porque ninguno de los sistemas ni modelos políticos ni económicos de este mundo va a durar para
siempre, porque ninguno responde al plan de Dios, a su reino. Ninguno nos va a
salvar. Y por eso, porque si hablamos de política esta noche, discutiremos, y
no es noche de discutir, porque lo que celebramos está por encima de todos los
regímenes y modelos políticos del mundo y de la historia. Porque vamos a
celebrar el acontecimiento que da sentido a la vida de todos los hombres de
cualquier clase y condición; que Dios entra de lleno en nuestra historia para
salvarnos.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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