Porque hay un “sí” que es “no”; que es el de los cristianos que no quieren complicarse la vida. No fallan a los deberes religiosos, y eso está muy bien, pero de ahí no pasan. Pero mirad, la vida de fe, es exigente en mil detalles y éstos se conforman con pocas cosas.
Y también hay un “no” que es un “sí”; que es el de los cristianos que protestan, que ponen pegas, que han vivido despistados... Pero en un momento, por gracia de Dios, se enrolan en el trabajo y hacen todo lo que pueden, terminando por ser gente incondicional, siendo felices, porque sienten la alegría de dar.
Bueno, pues los que participamos en la Eucaristía, nosotros, los que estamos aquí ahora, hemos de recordar que no todo termina en el “podéis ir en paz”; que nos queda lo más difícil; que consiste en que lo que hemos escuchado y celebrado en Misa, luego lo cumplamos en nuestro estilo de vida. Si en Misa decimos que “sí”, y luego, en la vida, la realidad es que “no”, pues....¡Por mal camino vamos!
Y es que el cristiano auténtico es solamente el que hace, el que escucha la palabra de Dios y la cumple; en otras palabras, el que se compromete con Cristo y con su Evangelio hasta las últimas consecuencias. Porque Dios quiere que nos comprometamos sincera y completamente con Él, y no hay actitud más contraria al Evangelio que la falta de coherencia.
Es verdad que si queremos ser coherentes, pues nos costará; y que muchas veces fallaremos. Eso el Señor ya lo sabe… Lo sabe de sobras. Por eso nos ofrece constantemente también la posibilidad de convertirnos, de pedirle perdón, de cambiar de vida… No vale sólo el pensar que es suficiente con querer hacer la voluntad del Señor; sino que también es necesario confesar nuestros pecados y obedecerle sin reservas.
Pues vamos a pedirle pues, a la Virgen María, hoy que comenzamos ese mes tan suyo que es el mes de octubre, mes del Rosario, nos ayude con su intercesión a todos los que queremos comenzar con brío y entusiasmo el trabajo en la viña del Señor, y nos ayude a vivir esos consejos que san Pablo nos ha dado en la segunda lectura: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús”.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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