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sábado, 6 de agosto de 2022

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DLXXI). Domingo XIX del Tiempo Ordinario

 

El mensaje central del evangelio de hoy nos insiste sobre todo en la necesidad de estar preparados a la venida del Señor, que no sabemos cuándo será, para abrirle apenas venga y llame. Se nos recomienda aprovechar muy bien el tiempo de la vida, el único tiempo del que disponemos.
También la carta a los Hebreos, cuya lectura hoy iniciamos, nos sitúa en la necesidad de una espera fiel y responsable a ejemplo de los antiguos padres, sobre todo a ejemplo de Abrahán; porque el camino de la vida es difícil y enrevesado, y por eso hay que estar apoyados en la palabra de Dios, palabra que jamás decepciona, y así poder mantenerse en espera vigilante. Esa palabra de Dios que hoy nos recuerda que de verdad somos la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad; que somos su pequeño rebaño, a quien el Padre ha tenido a bien darnos el reino, y que por eso experimentamos la salvación y nos sentimos honrados al ser elegidos y liberados por Él.
Mirad, vigilar significa no distraerse, no amodorrarse, no “instalarse”, satisfechos con lo ya conseguido. Por eso, los cristianos estamos invitados a vivir en una actitud constante de esperanza vigilante y activa en medio de una sociedad satisfecha de sí misma. No debemos dejarnos encandilar por los atractivos de este mundo, que es camino y no meta, y debemos tener conciencia de que nuestro paso por él, aunque sea serio y nos comprometa al trabajo y a hacer un mundo mejor, no es lo definitivo en nuestra vida.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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