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jueves, 23 de diciembre de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DXLIII). Natividad del Señor



¡Ya es Navidad! Y una vez más nos acompaña la palabra del profeta Isaías, hoy llena de alegría y de júbilo. Ese gran profeta de la esperanza que durante el Adviento nos ha invitado a estar en vela irrumpe ahora con un cántico de alegría con unas bellas imágenes que reflejan la buena noticia de un Dios que ha venido a nacer entre nosotros. Son las imágenes del mensajero que llega con los pies cansados y llenos de polvo, pero que se convierten en hermosos, porque traen una noticia alegre; son los gritos de los que vigilan desde las torres y las atalayas, que anuncian paz, alegría y esperanza... Y es que el nacimiento de Jesús es un nacimiento salvador, una buena noticia para todos los hombres y mujeres de todos los lugares y de todos los tiempos.

Por eso que hoy nos unimos a las voces de todas las criaturas para dar gracias a Dios por su bondad. Hoy somos como los pastores que, en la noche, al raso, vieron una gran luz y se llenaron de inmensa alegría. Mirad, si nos paramos un poco a pensar, podemos caer en la cuenta de que hoy cada uno hemos venido aquí con nuestra “noche” particular, con nuestras oscuridades, pero también con nuestros deseos de vida, de luz y de paz. De sobras sabemos que este día de Navidad no todo es alegría... que se mezclan muchas cosas...: recuerdos, añoranzas, el vacío de las personas queridas que nos dejaron, nuestras dudas, nuestras penas, nuestros temores....  Pero en nuestra “noche” y en la “noche” del mundo ha brillado la luz; pues el nacimiento de Jesús ha llenado nuestra “noche” de esperanza.

Así pues, hoy podemos –y debemos- vivir la misma sorpresa y la misma emoción de aquellos pastores. Hoy se nos anima a caminar hacia el Misterio de Belén, a contemplarlo. Pero ojo, tengamos presente que para entrar en el portal de Belén hay que hacerse pequeño y tener un corazón limpio. Fijaos... los más sencillos y humildes son los primeros en presentarse en el pesebre y en reconocer en ese niño recién nacido al Enmanuel, al Dios-con-nosotros; y eso es así porque Dios se ha puesto a su altura, Dios se ha hecho uno de ellos, Dios se ha hecho pobre, necesitado, hombre, persona, niño... para que cada uno de nosotros podamos verle y reconocerle entre nosotros, acompañando nuestras vidas. Pero sólo podremos descubrirle haciéndonos también nosotros pobres, sencillos, y humildes de corazón.

Hoy Dios nace entre nosotros. Hoy Dios se ha hecho hombre. Dejémonos, pues, iluminar por la luz de Cristo y tratemos de iluminar con esta luz al mundo que nos rodea. Sólo así haremos de nuestra vida una auténtica Navidad.

FELIZ NAVIDAD.



Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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