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sábado, 23 de octubre de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DXXXIV). Domingo XXX del Tiempo Ordinario


 
El evangelio de hoy continúa presentando a Jesús en su camino hacia Jerusalén. En ese camino, que va de Galilea hasta Jerusalén, atraviesa Jericó. Y después del desencanto que se lleva con el joven rico y con las pretensiones de los apóstoles que pretendían obtener primeros puestos, que hemos visto los pasados domingos, hoy se encuentra con un pobre mendigo y ciego que profesa su fe en Él, y le pide que tenga compasión, misericordia, y que con una confianza ciega en Jesús, valga la redundancia, se pone de un salto delante de Jesús.
Bartimeo es personalmente activo, incluso en contra de quienes acompañan a Jesús. La transformación del ciego viene precedida por el cambio que provoca Jesús en la multitud. Primero, la gente regaña al ciego para que se calle. Después Jesús involucra a la multitud en su llamada al ciego «Llamadlo». Le llaman y le dicen: «Ánimo, levántate, que te llama». Pues bien; también nosotros tenemos que poner, como Bartimeo, nuestra confianza el Señor. Es decir, no debemos conformarnos con pedir limosna, con ir tirando... no. Tenemos que dar el salto y soltar el manto; es decir, tenemos que soltar lastre, quitarnos de encima todo aquello que nos ata, para así acercarnos a Jesús, que es el que auténticamente nos libera.
Bueno, pues hoy también el Señor Jesús nos llama a cada uno de nosotros, y nos pregunta qué queremos que haga por nosotros. Hoy es un día especial para pedirle que nos incorpore a su grupo de discípulos y a formar parte de los misioneros que anuncian que Jesús sigue vivo hoy. Porque hoy, domingo del DOMUND, no es solo un día para orar por aquellos misioneros que sirven a los más pobres en los lugares de primera evangelización; sino también para concienciarnos que todo nuestro mundo, nuestro país, nuestro mismo pueblo, es tierra de evangelización, es tierra de misión. Por eso también nosotros tenemos que llevar el DOMUND, la evangelización, a la vida de cada día, a nuestros ámbitos de vida social, laboral, familiar...
Que la Virgen María, estrella de la nueva evangelización, nos anime para que todos hablemos de Jesús, sin miedo, contemos lo que hemos visto y oído y seamos testigos del amor de Dios para con todos.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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