Seguramente que, durante este verano, en el que nuestros
pueblos han estado más llenos que de costumbre, mientras estábamos tomándonos
algo en grupo en la terraza de algún bar, veíamos a personas que no nos sonaban
de nada, y surgía la pregunta de quién es aquel hombre o mujer que pasa por
allí? Y alguno que supiera del tema, podía dar la respuesta: “Pues me parece que
es el nieto de Mengana, hijo de Fulano, que se casó con una de tal sitio y se
fueron luego a vivir a tal otro”; y entre unos y otros, se acaba sabiendo quien
es el sujeto en cuestión.
Bueno, pues seguro que a Jesús, cuando comenzó su vida
pública, anunciando el evangelio, le debió pasar algo parecido, y por eso vemos
que hoy pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy Yo?”. Y esa
respuesta no era difícil de responder, pues seguro que los discípulos habrían
escuchado las mil y una opiniones sobre la identidad de Jesús.
Pero... ¡Ay amigo!.. Cuando Jesús interroga
seguidamente a los discípulos sobre su identidad, la cuestión
cobra otro talante; porque esa
pregunta tan directa: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?, es una manera de preguntar: ¿Qué has visto en mí? ¿Por
qué me sigues? ¿Cuál crees que es mi misión?
Pues bien; nosotros, como Pedro, también podemos decir que
Jesús es el Mesías. Y añadir que es el Salvador, el Hijo de Dios hecho hombre... Pero en el fondo, ¿qué piensa cada uno de
nosotros, qué pienso yo, de la identidad de Jesús? ¿Es un líder al que admiro porque es tan diferente
de mí? ¿Es un recurso en los malos momentos cuando siento que mi mundo se hunde
y necesito un refugio seguro? ¿Es un sabio que siempre da la mejor respuesta a
mis interrogantes? ¿Es un compañero de camino que no está siempre, pero, a la
hora menos pensada te lo vuelves a encontrar? ¿Es alguien con quien no me
atrevo a hablar porque pienso que no soy digno de Él? ¿Es la única persona ante la
que me puedo mostrar tal como soy? ¿Es el amigo que no me falla nunca? ¿Es
alguien que me defraudó y que ahora me cuesta volver a confiar en Él?.... Cómo veis, podemos dar un sinfín de respuestas
a esta pregunta.... Pero también corremos el riesgo de olvidarnos de la primera
y principal, que es la que da Pedro: “Tú eres el Mesías”
Y afirmar que Jesús
es el Mesías es afirmar que es el Salvador del pueblo. Pero, ahora bien, su
forma de salvar al pueblo es distinta de la que pensaban los judíos, que
esperaban un Mesías triunfador. Pero los planes de Dios son distintos, y la
salvación la lleva a cabo por medio de su pasión, muerte y resurrección.
Y otra cosa a tener
en cuenta: Creer en Jesús como el Mesías, implica una manera de vivir. Cómo
dice el apóstol Santiago en la segunda lectura: “la fe sin obras, está muerta”.
Aunque también es verdad que nuestra fidelidad no siempre es perfecta, que
tenemos nuestros fallos, nuestras limitaciones, que la vida muchas veces se nos
pone cuesta arriba y nos cuesta cargar con la cruz. Pero sabemos que, aunque
nuestra fidelidad no sea todo lo leal que cabe esperar, Dios sí que nos será
siempre fiel.
Pidámosle, pues, a la Virgen María, que no nos deje de su
mano, de manera que sepamos llevar las cruces de nuestra vida con convicción y
con esperanza; sabiendo que después de la cruz, está la resurrección.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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