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sábado, 4 de septiembre de 2021

REFLEXIONES DE LA PALABRA (XXVII). Domingo XXIII del Tiempo Ordinario



La Palabra de Dios que escuchamos hoy nos muestra como el pueblo de Dios esperaba la salvación acompañada de signos y curaciones corporales: los oídos de los sordos se abrirán y la lengua del mudo cantará, nos decía el profeta Isaías.

Bueno, pues la curación del sordomudo, en el evangelio de hoy, es señal de que la salvación de Dios, anunciada por el profeta, ha empezado a cumplirse en Jesús.

Ahora bien, también nosotros necesitamos ser tocados por el Señor para ser curados de nuestras sorderas y escuchar y acoger la Palabra de Dios que recibimos, y de nuestra mudez para proclamarla con valentía a todos los que nos rodean.

Y es que un cristiano ha de tener siempre los oídos abiertos para escuchar y los labios dispuestos para confesar su fe. Para escuchar tanto a Dios como a los demás, sin hacerse el sordo ni a la palabra salvadora, ni a las demandas de nuestro prójimo; porque, como nos dice la carta del Apóstol Santiago, no hemos de mezclar la fe en Jesucristo con la acepción de personas. Es más, con la curación del sordomudo, Jesús nos muestra como Dios eligió a los más miserables de la tierra para que fuesen los primeros en su Reino.

Que la Virgen María nos ayude para que seamos fuertes y no temamos, y sigamos con decisión a Jesucristo, que todo lo ha hecho bien.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.


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