Para los judíos, el significado del nombre de una persona es
muy importante, puesto que transmite, en cierto modo, cómo ha de ser esa
persona, o alguna circunstancia histórica que rodea al nacimiento de la misma.
Pues bien, como seguro hemos oído muchas veces, el nombre de
Jesús significa “Dios salva”. Y así vemos a Jesús en el Evangelio, haciendo
honor a su nombre, mostrándonos que es lo que ha venido a hacer a este mundo,
que no es otra cosa que hacer el bien y librarnos del mal.
Y hoy el Evangelio nos muestra el mal reflejado en la
enfermedad y en la posesión por los demonios. Vemos como Jesús cura a la suegra
de Pedro y a muchos enfermos, y como expulsaba demonios, sin darles la oportunidad
de decir, nada, dejando claro quien es el que manda.
Bueno, pues ante esto, sería bueno que cada cual nos
preguntásemos de qué nos tiene que librar Jesús. Qué hay en nuestro interior,
en nuestra alma, en nuestro yo más profundo que tiene que ser sanado. Qué mal
tiene que ser expulsado de nosotros. Y es que, aunque pensemos que somos muy
buenos y que no tenemos pecados, todos, todos, tenemos necesidad de la
misericordia de Dios, manifestada en Jesucristo. Todos somos pecadores. Todos
tenemos algo en nuestro interior que nos impide ser santos al cien por cien.
Por eso, haremos bien en imitar a Jesús, que se apartaba
para orar, para hablar con su Padre Dios. Haremos bien en contarle nuestras
cosas, nuestros problemas. Él ya los conoce, claro que sí. Pero quiere que se
los contemos nosotros, que le digamos lo que nos pasa... Nos quejamos muchas
veces de que en las casas y en las familias no hay comunicación, que nos
quedamos mirando el televisor, la play o el ordenador, y que no hablamos...
Pues lo mismo nos puede pasar con Dios... Que andemos tan metidos y absortos
con las cosas de este mundo, que nos olvidemos de hablar con Él, de
comunicarnos con Él, de relacionarnos con Él... Y la relación con Dios, la
buena relación con Dios, para un cristiano, es vital.
Pues que la Virgen María, a quien esta semana veneraremos de
un modo especial como salud de los enfermos bajo la advocación de la Virgen de
Lourdes, nos ayude para que, como buenos discípulos de Jesús, sepamos poner
nuestras vidas en manos de Dios, y así dar alivio, apoyo y comprensión a quien
lo necesite.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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