Las lecturas de hoy nos hablan bastante claro de vocación.
De esa llamada que Dios nos hace a cada uno de nosotros a aportar el matiz
insustituible de nuestra propia vida en la edificación del Reino de Dios.
De hecho, tanto la primera lectura como el pasaje de hoy,
relatan la experiencia del primer encuentro: Primer encuentro entre Dios y
Samuel y primer encuentro entre Jesús y sus primeros discípulos. Pero este
primer encuentro tiene también, fijaos, a un presentador, a un mediador que
ayuda a descubrir a quien hay que escuchar y seguir verdaderamente. En el caso
de Samuel es el viejo sacerdote Elí quien guía al joven muchacho para reconocer
la llamada de Dios; y Juan Bautista es quien guía a Andrés y a su compañero
para reconocer en Jesús al Cordero de Dios, al verdadero Rabí, al Mesías
prometido. Y a su vez, Andrés es quien lleva a su hermano Simón hasta Jesús.
Pues bien, esa tiene que ser nuestra actitud en la vida.
Descubrir a Jesús, seguirle, y llevar a otros hacia Él. Y para eso, muchas
veces habrá mediadores que nos ayuden a nosotros mismos a descubrir que es lo
que Dios nos está pidiendo a cada uno.
Por otra parte, y cambiando de tema, hoy y en los próximos
domingos, hasta Cuaresma, leeremos como segunda lectura diversos fragmentos de
la primera Carta de san Pablo a los Corintios. El ambiente en el que vivía
aquella comunidad era diferente al de la cultura judía, y no tenían el mismo
concepto que los judíos del cuerpo humano y de su valor. Corinto era en aquel
entonces una ciudad de Grecia famosa por sus costumbres sexuales depravadas; y
Pablo quiere que los cristianos se aparten de esas malas costumbres,
hablándoles para ello del valor del cuerpo para el cristiano, queriendo
concienciarles de que la vida sexual marca profundamente a las personas. Y es
que este escrito de san Pablo nos recuerda que seguir a Jesús tiene
consecuencias, y que el discípulo de Jesús debe evitar ciertas conductas y dar
testimonio de Él con su vida.
Pues que la Virgen María y San José nos ayuden a vivir en
medido del mundo y de nuestras ocupaciones de cada día comportándonos como
quienes han encontrado al Mesías, haciendo de cada momento y circunstancia de
nuestra vida una ocasión de glorificar a Dios.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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