El evangelio de hoy narra la tercera aparición de Jesús
resucitado a los discípulos a orillas del lago de Galilea, con la descripción
de la pesca milagrosa. En el texto vemos como Simón Pedro se fue a pescar y sus
amigos le acompañaron. No era nada de extrañar, pues ése era su trabajo. Sin
embargo, en esta ocasión todo era distinto. Era distinto porque tanto Pedro
como los demás discípulos se sentían descorazonados, tristes y desanimados.
Todo lo que parecía posible con Jesús al lado se convierte, en su ausencia, en
una quimera. Nada tiene sentido, sólo queda seguir como siempre. Así que
vuelven a su vida de todos los días con poca ilusión y un peso grande en sus
almas. Están, como muchos de nuestros contemporáneos, con sensación de vacío y
sin esperanza.
Lo que no se esperaban era que Jesús se les apareciera allí,
en su tarea cotidiana. Pero lo hace. Allí, en aquel amanecer, tras una noche
sin pescar nada... allí se hace presente el amigo amado.
Pues mirad. En este episodio evangélico podemos ver muy bien
reflejada la realidad de la Iglesia, de todos los discípulos de Cristo, cuando
nos ponemos a hacer las cosas sin pensar en Él. ¡Cuántas veces hemos hecho
planes pastorales que han resultado un tremendo fracaso! ¿Y por qué? Pues porque
los hemos hecho confiando sólo en nosotros mismos, sin escuchar la voz de Dios... Y
ahí vemos el resultado: la red vacía. Sin embargo, cuando en otras ocasiones
todo parecía imposible, y nos hemos limitado a hacer las cosas sencillas de
siempre, rezando y sin hacer grandes planes, sino poniéndonos sinceramente en
las manos de Dios, se han obtenido grandes frutos. Y es que, al fin y al cabo, tenemos
que obedecer a Dios antes que a los hombres, pues Dios es y será siempre quien
obre el milagro en el mundo y en las almas.
Pidámosle a Santa María, la Virgen, en este mes de mayo, que
sepamos escuchar la voz de Jesús, y reconocerle como el Señor, para que, como
los primeros discípulos, salgamos con el corazón renovados para ser testigos de
la resurrección en nuestra vida de cada día.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero.
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