Jesús, el Apóstol de
los pobres, llego al templo, a la casa de su Padre, y dentro de el, encontró a vendedores
de palomas, cambistas, trileros, que con su codicia, su usura, manchaban el
lugar santo, el recinto sagrado, solo dedicado a la oración, al culto a Dios.
Pocos latigazos recibieron de nuestro Señor, debieron ser más aun, pocos fueron los desperfectos en sus
tenderetes, debieron quedar arrasados.
Lo peor del ser humano sale cuando el
asqueroso dinero esta por medio, familias rotas por herencias, amistades que
saltan por los aires por unas cuantas monedas, dinero, dinero, dinero…..quizás
el mejor disfraz del ángel caído. Los mercaderes rodean el lugar Santo, donde
una noche de Agosto la Virgen quiso aparecerse, en aquel entonces, solo las
ovejas del rebaño rodeaban a la Señora, hoy un ejercito de mercaderes ávidos de
llenar sus bolsas la cercan, le quitan su espacio vital, manchan el lugar
sagrado, llenan con su pestilente olor a codicia, lo que debería ser un perfume
de cera quemada, de jaras y romero.
La Romería de los pobres, que suben por la insufrible
carretera a ver a la Morenita, a
depositar a sus plantas sus penas y alegrías, se ha convertido en el “negocio”
de algunos, lo pobres, si quieren ver a su Reina Morena, tienen que llenar su
exigua bolsa para ir pagando impuestos y tasas, tributos y soldadas, para
llenar el bolsillo de aquellos que nunca lo ven lleno, que no se cansan de
expropiar lo que los demás ganan con su esfuerzo y sudor. Si quieren destruir la Romería, lo están haciendo
estupendamente, están consiguiendo su objetivo, quizás lo que tenemos que pedir
los sufridos devotos de la Morenita, es que Cristo, su Hijo, coja de nuevo el
látigo, y lo rompa sobre las espaldas de los usureros, cambistas y
mercaderes, que utilizan a su Madre como
excusa para llenar sus pestilentes bolsas.
Zacarías Jiménez Jiménez
CANAL ROMERO
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