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viernes, 1 de septiembre de 2023

REFLEXIONES DE LA PALABRA (DCXIV). Domingo XXII del Tiempo Ordinario.


Uno, que ya lleva sus años de cura, está ya acostumbrado a escuchar diversos sonsonetes y cantinelas, a los que, por cierto, no hace el mínimo caso. Uno de ellos es el de que la Iglesia se tiene que poner al día, que no está en los tiempos, etc... Bueno... San Pablo da una respuesta bien clara a esto cuando dice: “No os amoldéis a este mundo”... y añade que tenemos que transformar la mente según Dios.
Y es que, verdaderamente, si queremos adaptar la Iglesia a los criterios del mundo, lo que estaremos haciendo es alejarla de Jesucristo. Fijaos. Jesucristo, en el evangelio, le dice a Pedro unas palabras muy duras: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”. ¿Sabéis cómo se dicen en latín las palabras que le suelta Jesús a Pedro? Pues se dicen:  “vade retro, Satanas”... Eh: Vade retro, Satanás. Con eso está dicho casi todo. Así que cuando nos vienen diciendo que hay que cambiar doctrinas, etc... Ni caso, porque no es la voz de Dios la que nos está hablando, sino el mismísimo demonio.
Mirad, el pensar como los hombres que dice Jesús, muchas veces nos aleja de Dios. Porque al ceñirnos únicamente al modo de vista humano, corremos el riesgo de caer en el relativismo y de centrarnos en nuestro propio yo que llegamos a prescindir de Dios y a rechazar sus intervenciones tanto en la historia de la humanidad como en nuestra propia vida. Y un ejemplo lo tenemos en los Apóstoles, que no entendían a Jesús cuando les hablaba de que iba a ser rechazado, sometido a juicio injusto, crucificado... De hecho no entendían ni de qué iba aquello de la resurrección. ¿Y por qué? Pues porque razonaban al modo humano.  Pedro le llega a decir a Jesús que no permita Dios que le suceda eso... Lo cual equivale a decir que Jesús no lleve a cabo lo que ha venido a hacer a este mundo, que es a salvarnos dando su vida por nosotros y resucitando. Y a nosotros nos pasa algo parecido, pues no pocas veces queremos que Dios piense como nosotros, en vez de intentar ver lo que Dios nos está diciendo y pidiendo. Y no. San Pablo nos dice bien clarico que la cosa no es así, que tenemos que transformar nuestra mente, que tenemos que cambiar de modo de pensar, para pensar como Dios.
A ver... No vamos a negar que el mensaje de Jesús, a veces, es crudo. Como hoy, que nos dice que si queremos ser discípulos suyos hemos de negarnos a nosotros mismos y cargar con la cruz... Que a ninguno nos gusta cargar con la cruz. Pero mira... el Evangelio hay que tomarlo concreto. No vale quedarnos con lo que nos gusta y hacernos una religión a nuestra medida, porque si vamos por ese camino, estaremos viviendo en una gran mentira, engañándonos a nosotros mismos.
Vamos a pedir, pues, a la Virgen, que nos ayude a vivir como Jesucristo nos ha enseñado. Como Ella vivió, sin amoldarnos a este mundo, buscando la voluntad de Dios, lo que le agrada, lo bueno, lo perfecto.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.

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