Me acuerdo que, de crío y de adolescente, cuando por motivos de trabajo de mis padres residía en Sant Boi de Llobregat, en la parroquia a la que acudía, la de la Virgen de Montserrat, cantábamos en la Misa del sábado por la tarde, que estaba y está dedicada a los niños y adolescentes de la catequesis, un canto que, traducido, dice “te damos gracias porque todo lo recibimos de ti y te estamos agradecidos”.
Esto viene a cuento porque
los textos que proclamamos hoy en la celebración de la Eucaristía, nos
recuerdan que todo lo hemos recibido de Dios, y que a Dios tendremos que darle
explicaciones de cómo hemos hecho uso de las cualidades personales que nos ha
dado a cada uno de nosotros. Así, el libro de los Proverbios nos da unas pautas
que siguen siendo válidas para hoy, indistintamente que uno sea hombre o mujer,
y que son la sensatez, la laboriosidad, la eficacia, la preocupación por la
familia, la generosidad para con los pobres, la fe en Dios...; y el Evangelio nos da a entender que Dios ha
puesto en nosotros una inteligencia y unas capacidades y aptitudes para podamos
sacar lo mejor de nosotros mismos, lo que cada uno lleva dentro, y lo pongamos
al servicio de los demás. En definitiva, la cosa consiste en saber aprovechar
el tiempo y hacer fructificar los talentos recibidos. Lo que está claro es que
Dios no quiere que seamos unos negligentes y holgazanes, unos machandrones,
como decimos en Aragón, como el siervo que recibió solo un talento, y que, por
cobardía o por miedo, nos neguemos a poner en acción nuestras cualidades y
capacidades.
En cuanto al momento en el
que Dios nos pedirá cuentas, ya nos avisa san Pablo que llegará como un ladrón
en la noche; esto es, que no sabemos ni cómo ni cuándo. Así que, a los que son
agoreros de que el Juicio Final está cerca... ni caso. Lo que sí que tenemos
que hacer es estar vigilantes y despejados, o sea, estar siempre al tanto y no
confiar tanto en nosotros mismos, sino confiar en Dios y procurar hacer las
cosas bien, cada uno según sus posibilidades. Dios nos exige, cierto, pero no
nos va a pedir ningún imposible.
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