
Y precisamente en ese contexto Jesús pide a sus discípulos
que no dejen que el miedo impida la proclamación abierta de la Buena Noticia.
Es más, Jesús les dice incluso que no se han de dejar vencer por el miedo
cuando su vida corra peligro por anunciar el Evangelio, recordándoles que ni la
vida terrena es el mayor bien, ni la muerte es el mayor mal; y que aunque los
hombres tengan el poder para matar, no tienen ningún poder sobre la salvación o
la condena; y por eso nos invita al temor de Dios.
Eso de temer a Dios nos puede sonar hoy raro, pero es una
realidad que tenemos que tener en cuenta. Es más, el temor de Dios es un don
del Espíritu Santo. Temer a Dios es respetarle, porque sólo de Él depende
nuestro destino inmortal, la vida o la ruina eterna
Por eso, ante la misión que tenemos todos delante nuestro de
ser testigos del Evangelio, Jesús nos dice: «No tengáis miedo». Nos hace dar
cuenta de que valemos mucho. A ver... es evidente que la misión que Jesús
encomendaba a los suyos no iba a ser nada fácil. A Él mismo lo despreciaron e
incluso lo llevaron a la muerte. Por eso que nosotros, seguidores y discípulos suyos,
no podemos esperar que nos traten mejor. La primera lectura, de hecho, nos
muestra como al profeta Jeremías el ser fiel a Dios le supuso el rechazo y la
persecución, incluso de parte de aquellos que él pensaba que eran sus amigos...
Pero no tuvo miedo, supo superarlo. Y ahí está el valor: En dominar y en
superar el miedo.
Por eso, el Evangelio de hoy es una llamada a pasar del
«resistir» los ataques y las persecuciones que se nos puedan hacer a los
cristianos por cualquier método y modo, como burlas, desprecios, dejarnos de
lado, etc..., y saber encontrar en ellas la oportunidad de manifestar
valientemente la fe en Jesucristo, que ha soportado por excelencia las mayores
vejaciones, reconciliándonos así con el Padre y librándonos de la esclavitud
del pecado.
Que Santa María, la Virgen, nos ayude pues a todos, para que
no nos dejemos vencer nunca por el miedo, y sepamos anunciar la alegría del
evangelio en nuestra vida cotidiana.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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