
Tenemos por delante nuestra cincuenta días por delante para
profundizar en el mensaje de la Resurrección, para ir descubriendo la
experiencia de ser testigos del Cristo vivo, cuya presencia nos anuncia la
llama encendida del cirio pascual. Cincuenta días para crecer en la santidad de
vida y anunciarla a los demás. Pero eso sólo podremos hacerlo si hay un
encuentro verdadero con el Resucitado. Y es que, como nos dice san Pablo en la
segunda lectura, nuestra visión de la vida ha de cambiar tras acoger la vida
del Resucitado. Ya no podemos ser derrotistas. No tenemos derecho a ver el
futuro negro. No. Aunque las cosas estén muy torcidas y no veamos la luz al
fondo del túnel. Como dice la canción del Dúo Dinámico que estamos cantando
estos días desde nuestras ventanas y balcones para agradecer a los servicios
sanitarios y de seguridad, y también a tantas personas que están realizando una
labor callada y silenciosa que nadie valora, ni valorará...Resistiré. Si,
hermanos, ante las pruebas de la vida, resistiremos, porque nos apoyamos en
Cristo Resucitado. Aunque los vientos de la vida soplen fuertes... Aunque
nuestros sueños se nos rompan en
pedazos... Aun cuando nos cueste mantenernos en pie... E incluso cuando estemos
a punto de volvernos locos... Resistiremos. Y resistiremos porque Cristo tiene
la última palabra. Cristo que, como anuncia Pedro en la primera lectura, y
sigue anunciando hoy la Iglesia, murió y resucitó, como anunciaban las Escrituras.
Resistiremos, porque la tumba está vacía. Resistiremos, porque Cristo es la
Resurrección y la Vida. Resistiremos, porque Cristo es el Señor de la historia,
y la historia de la humanidad, y también la nuestra, está llamada a tener un
final feliz.
Es cierto que esta victoria aún no se ha manifestado en
tantos ámbitos de nuestro mundo, pero el signo de la tumba vacía nos muestra
que no hay pecado que no pueda ser perdonado, ninguna injusticia que no pueda
ser reparada, ninguna muerte que no engendre nueva vida. Por esto, los
cristianos resistimos y resistiremos, celebramos la Pascua cada día y vivimos
con gozo y esperanza, asidos a esta verdad que mana de la fe, iluminados por
esta luz que nace del fondo de la tumba vacía del Señor.
Y es que la
resurrección muestra que Jesús es el Hijo de Dios y que nos podemos fiar de sus
palabras y acciones. Por eso, tengámoslo claro. En la situación difícil de
pandemia en la que vivimos, no estamos solos. No estamos solos; porque Dios
está con nosotros. Cristo está junto a nosotros. Uno podrá morir a solas, pero
no morirá solo, pues Dios estará a su lado. La oración de la Iglesia estará a
su lado. Y Cristo es el vencedor de la muerte, y por eso, la muerte no tiene la
última palabra, sino que la tiene Dios con su amor y su potencia superior a la
muerte.
Queridos hermanos, la intensidad de estos días no termina
hoy, sino que a partir de hoy hemos de llevar a la vida cotidiana lo que hemos
vivido y lo que creemos tras el encuentro con el Resucitado.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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