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sábado, 21 de diciembre de 2019

REFLEXIONES DE LA PALABRA (CDXXII). Domingo IV de Adviento



Resultado de imagen de IV advientoEstamos a cuatro días de celebrar la Navidad, y en medio de todo el ambiente negativo que nos rodea, la mejor noticia que nos traen las lecturas de este domingo es que tenemos remedio, que tenemos salvación; porque Jesús significa «Salvador», «Dios salva»; y Él es el Enmanuel, «el Dios con nosotros».
Ya la primera lectura anuncia el nacimiento de un futuro Rey de Israel que colmará las esperanzas del pueblo. Y ese anuncio profético se cumple en la Virgen María que da a luz a Cristo, llevando así a plenitud las esperanzas de salvación de toda la humanidad.
Pero si la Virgen María jugó un papel fundamental en el nacimiento de Jesucristo, también fue muy importante la figura de san José, el esposo de María, que tuvo que ocupar un papel trascendental, como vemos en el Evangelio, que nos muestra como san José aparece como el hombre bueno que cumplió lo que le dijo en sueños el ángel «para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta».
Y es que san José es el hombre enamorado, el hombre de las dudas, de la incertidumbre, de la oración, de la confianza y de la certeza... Se fía totalmente de Dios y se pone en sus manos, sin saber lo que le puede deparar el futuro; pero como un judío fiel, que esperaba la llegada del Mesías, acepta la misión que Dios le da, y acoge en su casa al Hijo de Dios hecho hombre, es más, no sólo lo acoge, sino que se convierte, a todos los efectos de la ley, en su padre, pues Dios le encomienda poner un nombre al niño, Jesús, y esa misión concede a José un derecho de primera categoría, pues en la antigüedad, el rito de la imposición del nombre, era el modo por el que el padre recibía a un niño como hijo suyo, y como éste pasaba a formar parte de la descendencia paterna. Por eso, gracias a san José, Jesús pasa a formar parte de la dinastía de David, haciendo posibles las promesas de Dios a su pueblo.
Hoy, pues, en esta última recta antes de llegar a la Navidad, nos ponemos en manos de la Virgen María y de san José, y les pedimos que seamos dóciles, como ellos, a los planes que Dios tiene reservados para nosotros, y que los acojamos, como hicieron ellos, sin miedo, llenos de fe y de confianza en Dios.

Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Canal Romero. 

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