La previsión de lluvia no impidió que cientos de miles de romeros se den cita en el Santuario de la Virgen de la Cabeza para participar en una de las romerías más antiguas de España y una de las más multitudinarias. De hecho, con respecto al año pasado, han sido un mayor número de peregrinos los que han acudido a la cita con la Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis de Jaén y conocida como la Reina de Sierra Morena, al presidir su Santuario Basílica uno de los cerros más altos de esta emblemática formación montañosa. La lluvia y el fuerte viento han hecho su aparición al final de la procesión, que se ha recogido minutos antes de las 15.00 horas, seguida de un intenso chaparrón y temporal, como manda la tradición y leyenda, la Virgen aguanta a la lluvia hasta meterse en su Santuario.
La imagen ha realizado un emotivo recorrido por las calzadas del Santuario, la plaza, las casas de cofradías y la ciudad de las carretas. Ante las previsiones meteorológicas adversas, se decidió celebrar la Misa en el interior de la basílica, por lo que ha sido sobre las 12.00 horas cuando la Morenita ha llegado a sus andas, donde más de un centenar e anderos han vuelto a emocionarse al portar por fin sobre sus hombros a su venerada Madre. Tras una larga noche en vela guardando su sitio en las andas, se han visto lágrimas en los rostros de los anderos, y de los cofrades que abarrotaban el interior de la Basílica y formaban la procesión tras llegar a Andújar desde puntos como Cataluña, Valencia, Murcia o Madrid, además de diferentes provincias de Andalucía y Castilla-La Mancha. El redoblar de los tambores ha sonado junto a las vivas y aplausos en el interior y exterior de la basílica, a medida que cofrades, peregrinos y devotos acercaban medallas, estadales o prendas a la Virgen para pasarlas por su manto, en cumplimiento de tradiciones y promesas. También se ha repetido un año más la estampa más típica de la Romería, cuando los padres acercan a sus pequeños a la Reina de Sierra Morena, con la ayuda de los peregrinos que rodean las andas y de los padres trinitarios que van sobre ellas, este año Antonio Torres y Fernando Moreno.
Antes de la procesión, durante la Eucaristía, el obispo de la diócesis, Don Ramón del Hoyo, ha llamado a los romeros a solidarizarse con los cristianos perseguidos, los inmigrantes que pierden la vida en el Mediterráneo, mar que ha calificado como ‘cementerio’ y con las víctimas y afectados por el terremoto de Nepal. Respecto a los datos de afluencia, un indicador es que se han duplicado las asistencias sanitarias del 061, con respecto al año pasado, con un total de 601 asistencias, según el 112, todas de carácter leve, incluso las seis desviadas al Hospital Alto Guadalquivir. Respecto las llamadas, han sido un total de 427, un 6% más que el año pasado. Ayer se registró récord de afluencia de romeros en la finca de Parques Nacionales Lugar Nuevo, donde coinciden para almorzar y pasar un día en el campo peregrinos que hacen el camino a caballo, en carreta y en vehículo, mientras la mayoría espera en el Santuario, situado en el corazón de Sierra Morena, a que llegue la procesión de hoy. En Lugar Nuevo se habían registrado 2.342 vehículos y 700 caballos a su paso por la finca. Un total de 142 carretas de Andújar y 42 de Marmolejo han participado en esta Romería, junto a 66 cofradías filiales de la Hermandad Matriz, además de 3 pro cofradías.
La Virgen de la Cabeza lucía un manto rojo y oro, por elección de la hermana mayor de la Cofradía Matriz, Eva Soto, según desveló el hermano Mayor, Manuel Vázquez. Este año se ha estrenado un nuevo recorrido en la entrada de la Cofradía Matriz en el Cerro, el sábado, cuando fue recibida entre aplausos por las cofradías filiales y peñas romeras.
Si una cosa tiene la romería, además de su entidad religiosa, es su gran perfil de paréntesis intercomunitario de acercamiento lúdico de experiencias y vivencias, que sólo se puede entender en una lectura histórica de lo que en otros siglos era la vida y el esporádicamente poder confraterniza. El sábado y el domingo romeros la tradición se respiraba, se vivía en cosas patentes y en otras inmateriales. Volvía por todas partes ese tan ta ran tan del tambor romero, con tanto sabor, tan peculiar, y ese tremolar de las bandera de las cofradías, tan pesadas tan aparatosas y sin embargo el malabarismo tradicional del volteo volvía a surgir; y el bautizo de nuevos romeros; y el sentimiento de los anderos durante toda la noche en vigilia guardando un sitio para poder llevar a la Madre.
La Virgen de la Cabeza salía de su templo tras la Misa en el interiorcubierta con su chubasquero para no permitir que se deteriore la imagen con la lluvia. Estuvo llevada con pasión y un especial mimo abigarrado por sus anderos que, además, no son sólo los que son, sino que dejan un trozo de varal para cualquiera que se lo pide para cumplir una íntima promesa. Y la Virgen de la Cabeza un año más, fiel a su cita de siglos volvió a escribir en el libro de la vida de ciento de miles de romeros un exultante discurso de Amor. Amor que rebosa hasta hacerse estremecimiento apasionado, esto es, hasta hacerse entrega y comunión sin reparos, en plenitud; hasta hacerse metáfora en manantial de eso que podemos llamar salvación; hasta que el amor se convierte en senda caminada y meta que reconforta y llena hasta el mismísimo borde del ser. La Romería fue de nuevo síntesis del límite de la vida; la Morenita procesionada fue fragua de la Gracia, entendida de mil modos, según cada cual. Pero algo ocurrió en el Cerro, que por instantes, se hizo eterna la esperanza. Un año más la lluvia apareció justo cuando la Morenita se encerraba.
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