Una de las posibilidades que la técnica nos ofrece Blogger nos ofrece es la de escribir un artículo y programar el momento en el que ha de ser publicado. ¿Por qué digo esto? Pues por que en el momento en el que estas palabras sean publicadas en el blog, un servidor estará en el Santuario de Lourdes, celebrando la fiesta de la Virgen María, en el lugar donde el dolor y la misericordia se dan cita. Y me podréis preguntar ¿Qué tiene que ver todo esto que nos dices con la Virgen de la Cabeza y con el espíritu Romero?
Pues mirad. Tiene mucho, pero mucho que ver. Pues la Virgen, ya sabemos que no se llama ni de la Cabeza ni de Lourdes, sino que se llama María; y es siempre la misma. Una única Madre de Dios. Y de la misma manera que cada último domingo de abril peregrinamos en Romería al Cerro, multitud de enfermos y personas de todo el mundo peregrinan constantemente al Santuario de Lourdes para pedir a María fortaleza en el dolor, y la salud del cuerpo y sobre todo, la del alma.
Y es que la devoción a María tiene que estar presente en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida. La romería de abril y la aparición en agosto nos recuerdan momentos alegres y festivos, en los que vivimos nuestra fe junto a nuestra Madre del cielo. Pero… ahora hago yo la pregunta: ¿Cuándo las cosas en la vida se tuercen?¿Cuándo el dolor, la angustia, la amargura y la enfermedad hacen acto de presencia en nosotros?¿Nos acordamos en esos momentos de la Virgen?
Mucha gente que ha pasado por momentos tristes y dolorosos en su vida, se ha dado cuenta de lo vacíos que estaban por dentro cuando subían a la romería y gritaban los vivas y vitoreaban a la Virgen a su paso por las calzadas…. Pero otros, en cambio, han sabido ver en María a una verdadera Madre que está siempre a nuestro lado. Que como una madre cualquiera, está junto a la cama de su hijo enfermo, ayudándolo, cuidándolo, consolándolo; haciendo todo lo que puede por él…. Pero la enfermedad, ahí sigue estando.
Y alguno se preguntará: ¿Es qué no puede la Virgen pedirle a Dios que lo cure? Pues claro que puede. Pero esas curaciones son muy excepcionales; por eso que las llamamos milagros. Y no nos comamos la cabeza con historias de que ¿Por qué Dios no evita esto o aquello; o por qué no cura a este y a aquel sí?; ya que las formas de actuar de Dios, no son las nuestras. Y Dios no se tiene que amoldar a nuestra forma de ser; sino nosotros procurar entender a Dios, que de hecho, en la persona de Jesucristo, ha pasado por la prueba del dolor, del sufrimiento, e incluso de la muerte. Por eso tenemos que saber confiar en María en las pruebas, en las dificultades, en la enfermedad… Pero sobre todo, en esa enfermedad que todos tenemos y de la que no queremos darnos cuenta: El pecado. No hay peor ciego que el que no quiere ver; y nosotros, constantemente nos estamos engañando diciéndonos y queriéndonos convencer de que no tenemos pecados, que la doctrina sobre el pecado está trasnochada, que eso es algo pasado de moda…. Pues si el pecado es algo pasado de moda… La devoción a la Virgen también es algo pasado de moda, pues acudimos a Ella para que ruegue “por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Lourdes no es sólo un lugar de curación física, que algunas hay; sino sobre todo un lugar de curación interior, de sanar almas; un lugar donde muchos han descubierto a Dios, y de este modo, se han descubierto a si mismos; dando un giro de 180 grados en su vida. Si nosotros queremos ser devotos de la Virgen, dejemos que Ella toque nuestro corazón, y acerquémonos confiados a la misericordia de Dios, para que Santa María, salud de los enfermos, interceda por nosotros, para que el Señor nos conceda a todos gozar de salud de alma y de cuerpo.
Pues mirad. Tiene mucho, pero mucho que ver. Pues la Virgen, ya sabemos que no se llama ni de la Cabeza ni de Lourdes, sino que se llama María; y es siempre la misma. Una única Madre de Dios. Y de la misma manera que cada último domingo de abril peregrinamos en Romería al Cerro, multitud de enfermos y personas de todo el mundo peregrinan constantemente al Santuario de Lourdes para pedir a María fortaleza en el dolor, y la salud del cuerpo y sobre todo, la del alma.
Y es que la devoción a María tiene que estar presente en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida. La romería de abril y la aparición en agosto nos recuerdan momentos alegres y festivos, en los que vivimos nuestra fe junto a nuestra Madre del cielo. Pero… ahora hago yo la pregunta: ¿Cuándo las cosas en la vida se tuercen?¿Cuándo el dolor, la angustia, la amargura y la enfermedad hacen acto de presencia en nosotros?¿Nos acordamos en esos momentos de la Virgen?
Mucha gente que ha pasado por momentos tristes y dolorosos en su vida, se ha dado cuenta de lo vacíos que estaban por dentro cuando subían a la romería y gritaban los vivas y vitoreaban a la Virgen a su paso por las calzadas…. Pero otros, en cambio, han sabido ver en María a una verdadera Madre que está siempre a nuestro lado. Que como una madre cualquiera, está junto a la cama de su hijo enfermo, ayudándolo, cuidándolo, consolándolo; haciendo todo lo que puede por él…. Pero la enfermedad, ahí sigue estando.
Y alguno se preguntará: ¿Es qué no puede la Virgen pedirle a Dios que lo cure? Pues claro que puede. Pero esas curaciones son muy excepcionales; por eso que las llamamos milagros. Y no nos comamos la cabeza con historias de que ¿Por qué Dios no evita esto o aquello; o por qué no cura a este y a aquel sí?; ya que las formas de actuar de Dios, no son las nuestras. Y Dios no se tiene que amoldar a nuestra forma de ser; sino nosotros procurar entender a Dios, que de hecho, en la persona de Jesucristo, ha pasado por la prueba del dolor, del sufrimiento, e incluso de la muerte. Por eso tenemos que saber confiar en María en las pruebas, en las dificultades, en la enfermedad… Pero sobre todo, en esa enfermedad que todos tenemos y de la que no queremos darnos cuenta: El pecado. No hay peor ciego que el que no quiere ver; y nosotros, constantemente nos estamos engañando diciéndonos y queriéndonos convencer de que no tenemos pecados, que la doctrina sobre el pecado está trasnochada, que eso es algo pasado de moda…. Pues si el pecado es algo pasado de moda… La devoción a la Virgen también es algo pasado de moda, pues acudimos a Ella para que ruegue “por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Lourdes no es sólo un lugar de curación física, que algunas hay; sino sobre todo un lugar de curación interior, de sanar almas; un lugar donde muchos han descubierto a Dios, y de este modo, se han descubierto a si mismos; dando un giro de 180 grados en su vida. Si nosotros queremos ser devotos de la Virgen, dejemos que Ella toque nuestro corazón, y acerquémonos confiados a la misericordia de Dios, para que Santa María, salud de los enfermos, interceda por nosotros, para que el Señor nos conceda a todos gozar de salud de alma y de cuerpo.
Mn. Ramón Clavería Adiego,
Director espiritual de Canal Romero.
Director espiritual de Canal Romero.
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