Hoy iniciamos un nuevo año litúrgico, y lo comenzamos con el
tiempo de Adviento; un tiempo que nos prepara al encuentro con el Señor. Y para
ello nos lanza una llamada a la vigilancia, a estar alerta, despiertos y en
vela ante la espera de Aquél que ha venido, viene y vendrá, que no es otro que
Jesucristo.
Pero paradójicamente, las lecturas de este domingo empiezan
con un sueño. El profeta Isaías nos invita a soñar en medio de nuestra noche.
Nos invita a soñar despiertos; a ver como las espadas se convertirán en arados
y las lanzas en podaderas; a ver como todo lo que sirve para el enfrentamiento
y para la guerra se convertirá en herramientas de paz.
Soñar es posible en nuestro mundo si en este sueño incluimos
a Dios, que hoy llama a la puerta de nuestra vida con este tiempo nuevo del
adviento, para ser instruidos en sus caminos y a caminar por sus sendas.
Pues bien, Jesús nos invita a hoy soñar velando, a estar
atentos esperando su venida mientras deseamos y buscamos un mundo y una
sociedad mejor.
Y para eso Jesús anuncia su venida definitiva, que afecta a
todo hombre; y por ello, dicho anuncio deberá orientar la vida de cada uno. Jesús
no viene a meter miedo sino a llenarnos de esperanza y hacernos comprender que
la actitud que tenemos que tener en la vida es la de estar vigilantes en
nuestra vida, estar atentos a su presencia en cada momento, en cada
circunstancia de la vida, pues el Señor siempre está ahí, alentando, pidiendo,
ofreciendo oportunidades.
Y es que los cristianos debemos vivir conforme al día de la
venida final del Señor. Por eso, tenemos que estar vigilantes y preparados, a
fin de acoger al Señor que viene, como nos pide san Pablo
Cojámonos, pues, de la mano de la Virgen María, pidiéndole
con insistencia que nos ayude a estar siempre vigilantes y atentos en nuestra
vida a Cristo que pasa.
Mn. Ramón Clavería Adiego;
Director espiritual de Abril Romero.
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